La importancia de lavar el rostro dos veces al día

La importancia de lavar el rostro dos veces al día

Algo que cualquier usuario de la cosmética conoce, es que hay una gran cantidad de formas de cuidar de la piel, algunas  que implican técnicas y pasos bastante complejos. Las rutinas de belleza, por ejemplo, requieren del uso de varios productos estéticos, a veces aplicados de manera consecutiva.

La importancia de lavar el rostro dos veces al día

Sin embargo, también existen métodos que son tan simples, que forman parte de las acciones cotidianas, o sea, que las realizamos miles de veces a lo largo de nuestra vida. Lavarse la cara, con la simple mecánica de usar agua y jabón, es tan común como tomar un baño, comer o beber agua.

Hacer esto realmente puede marcar la diferencia, pues la limpieza facial es uno de los pasos más importantes para cualquier rutina de cuidado facial. Incluso si una persona no suele utilizar cremas, sérum y demás, seguro que lava su rostro al menos una vez al día, sobre todo al bañarse.

El problema con esto es que hacerlo solo una vez parece no ser suficiente, ya que muchos especialistas aseguran que debe hacerse mínimo dos veces al día. Para comprender mejor está afirmación, hay que analizar un poco sobre la necesidad de esta actividad, para no incurrir en alguno de estos 15 errores comunes que se cometen al lavarse la cara

El proceso regenerativo de la piel

El proceso regenerativo de la piel

Por muy compleja que sea la estructura del cuerpo humano, hay algo en su sistema que puede resultar maravilloso, aunque para saberlo hay que hablar en profundidad. Todos los seres vivos poseemos una capacidad regenerativa, que ayuda al cuerpo a mantener su forma, imagen, belleza y resistencia.

Algunos animales llevan este proceso al siguiente nivel, siendo capaces de regenerar miembros perdidos, como el caso de las iguanas, que pueden hacer crecer de nuevo su cola. Medusas y otros seres que habitan en las aguas del planeta, pueden recuperar una gran parte de su cuerpo si lo pierden.

Los humanos, por otro lado, no tenemos tanta suerte, pero aún así, pasamos por un proceso a nivel celular, que solo puede reconocerse a escala microscópica. Hora tras hora, las células que componen nuestra piel, así como otros órganos, sufren daños y se regeneran de forma rápida y consecuente.

No solo se recuperan de casi cualquier inconveniente, sino que al morir, dan paso a la aparición de nuevas células, sanas, funcionales y más fuertes. Para que esto ocurra, se requiere de una fuente constante de nutrientes, así como de la hidratación necesaria para la vida de cada partícula.

Sin embargo, todo este proceso se ve reducido por la intromisión de casi cualquier elemento externo, como contaminantes ambientales e impurezas. La suciedad, el polvo, las partículas de humo e incluso el mismo sebo que se desprende de los poros, puede afectar la dermis de forma imperceptible.

La única manera de evitar esto es eliminar todos los agentes indeseados, sobre todo los microorganismos infecciosos, como las bacterias, hongos y demás. Este es el trabajo del jabón, que junto con el agua, desprenden y remueven todos los elementos que se han adherido al tejido superficial.

Por otro lado, el proceso de regeneración celular también puede interferir con su propio sistema, de forma igualmente imperceptible pero perpetua. Las células muertas que se desprenden del tejido, se adhieren a la superficie del mismo, ingresando incluso en los folículos pilosos.

Así, los poros se ven obstruidos por la totalidad de estos agentes contaminantes, por llamarlos de algún modo, que incluyen a estas células muertas. Con esto, volvemos al mismo tema recurrente, ya que se requiere limpiar la piel de todo el cuerpo, pero sobre todo la del rostro.

¿Cómo afecta la limpieza facial en la regeneración celular?

A diferencia del resto del cuerpo, la cara no suele estar cubierta con ropa, artículos de tela o cualquier otra indumentaria, por lo que absorbe una mayor cantidad de impurezas. Por eso se da tanto énfasis al hecho de lavarse la cara de manera regular y sin falta.

Cuantas mas veces se pueda hacer esta actividad mejor, pero un exceso de agua, que se absorbe y retiene en la hipodermis, también resulta algo negativo. Todo esto ha sido investigado a lo largo de los años, gracias a los avances científicos de la era moderna y su progresión.

La conclusión que parece ser la más acertada, es que se debe encontrar un equilibrio para eliminar las impurezas, sin afectar la piel ni causar riesgos adversos. Dicho balance se encuentra en tomar un baño una vez al día y lavarse el rostro dos veces, con agua y jabón o alguna de estas Ideas para elaborar un limpiador facial en casa

Consecuencias de no lavar el rostro de manera recurrente

Consecuencias de no lavar el rostro de manera recurrente

Ya que las impurezas se van acumulando de forma interminable, se pueden notar las consecuencias de no lavar la piel al poco tiempo de dejar de hacerlo. La suciedad se acumula hasta tornarse visible, algo que resulta increíblemente desagradable, antiestético y sobre todo poco higiénico.

Se puede decir, de manera superficial, que lo único que ocurre si no lavamos nuestro rostro, es que este se verá sucio, opaco, grasoso y con una sensación poco agradable. Pero esto no solo afecta su imagen y su belleza, sino que, si se ve a mayor profundidad, nos podemos dar cuenta de que afecta la salud.

Ya se ha hablado sobre la regeneración celular y como este proceso, que forma parte natural de la piel, se ve interrumpido por los elementos contaminantes. Cuando las células de la dermis no se recuperar de forma adecuada, este órgano se vuelve más débil y vulnerable a las alteraciones.

Imperfecciones como las arrugas, las manchas y la flacidez surgen debido a estos cambios, pero la piel también se vuelve susceptible a afecciones tópicas en general. Dermatitis, comedones que derivan en acné vulgar, alergias de contacto y otros se convierten en complicaciones comunes.

Todo esto por el simple hecho de que, al no lavarse el rostro de forma adecuada, la dermis pierde su flexibilidad, resistencia, firmeza y su tonicidad natural. Se trata de consecuencias a largo plazo, por lo que no se notará sino luego de varios años, cuando ya es demasiado tarde.

Los poros y las impurezas en el cutis

Por otro lado, la parte de la estructura tópica que sufre más por este problema son los poros o folículos pilosos, que se van obstruyendo por el sebo y la contaminación. Estos diminutos agujeros en el tejido son increíblemente importantes, ya que a través de ellos se desprende la transpiración.

El sudor no es más que el agua acumulada en la hipodermis, que ya ha sido utilizada para hidratar este órgano, así como para procesar los nutrientes en su interior. Finalmente, la transpiración elimina los residuos que quedan de todo este proceso.

En otras palabras, los poros obstruidos evitan que estás impurezas internas salgas de nuestra piel, por lo que el tejido no es capaz de absorber de nuevo la humedad. De esto se derivan todos los problemas vistos anteriormente, como las imperfecciones y afecciones tan complicadas.

Inconvenientes cosméticos de omitir el lavado del rostro

Desde el lado de la cosmética, no lavarse la cara de forma regular, al menos dos veces al día, se vuelve un impedimento para que actúen los productos de la rutina facial. Al tener los poros obstruidos y la superficie tópica cubierta de sebo y otros contaminantes, no se absorben sus activos.

Las cremas humectantes, antiedad, antimanchas, tónicos, sérum y demás cosméticos, no pueden tratar un tejido cubierto por las impurezas. El trabajo de estos productos es suministrar a la dermis todas sus propiedades, pero deben ser absorbidas por la misma para entrar en acción.

Se trata de una consecuencia a corto plazo, pero cuyos estragos se pueden comenzar a notar muy temprano, por la aparición del inesperado envejecimiento prematuro. Todo esto por el simple hecho de no lavarse la cara, aunque suene un poco exagerado, pero es una realidad constante.

A su vez, parece un concepto complicado de entender, pero la idea de explicarlo es crear consciencia de lo vital que el limpiar el cutis, aún si se usa solo agua y jabón. El resto de los productos limpiadores dependen de muchos factores, que se pueden conocer leyendo este artículo titulado: El cuidado de la piel y sus necesidades básicas

Limpieza como parte del cuidado facial

Limpieza como parte del cuidado facial

Pese a lo fácil que suena, limpiar el cutis es una tarea que, si se quiere realizar en profundidad, hace falta más que una ronda de jabón aplicado en el rostro humedecido y luego enjuagado. La necesidad de hacerlo en dos ocasiones, a lo largo del día, se da principalmente por dos razones.

La primera de estas se ha dado a entender en los apartados anteriores, al comparar los efectos que tiene esta práctica con el hecho exagerado de no lavar nunca el rostro. La segunda se debe al hecho de que no muchas personas recurren a las rutinas de cuidado de la piel para mantener su salud.

Quienes si lo hacen, mantienen el tejido a plenitud, por lo que se pueden saltar la limpieza facial de vez en cuando y hacerla, en ocasiones, solo una vez al día. Ya que los cosméticos mantienen la dermis hidratada, humectada, suave y tonificada, las impurezas no afectan de forma tan potente.

Interacción entre los limpiadores y otros cosméticos

Por otro lado, quienes no utilizan ningún producto de cuidado facial, en especial los limpiadores y los desmaquillantes, son más propensos a este problema. La acumulación de impurezas es un hecho, pero si no se evita con los cosméticos, al menos se puede hacer al lavarse la cara varias veces.

Sin embargo, la contradicción aquí es que, aún cuando se utilizan las cremas, tónicos y otras sustancias nutritivas, humectantes y antiedad, estas también dejan residuos. Muchos de los productos tienen la ventaja de no representar ningún riesgo, pero no es el caso de todos los utilizados.

Por ejemplo, mientras que el sérum y el tónico se absorben en su totalidad, por lo que no deben ser aclarados, no ocurre lo mismo con cremas como el protector solar. Este se seca y deja una capa áspera conocida como “nieve blanca”, reluciente y definitivamente poco agradable.

El exfoliante facial y los ungüentos tópicos a base de óleos también tienen sus propios inconvenientes, con restos que son un riesgo aún mayor. En el caso del primero, los agentes exfoliantes, ligeramente abrasivos, pueden causar irritación y otras molestias si no se enjuagan.

Igualmente, los productos a base de aceites naturales dejan una sensación grasosa, que es bastante molesta al contacto y hace que la piel se sienta pesada. Como estos de pueden dar muchos otros ejemplos, pero la idea es clara, también debemos lavarnos al utilizar los cosméticos.

Con el maquillaje es peor, ya que esta sustancia, aunque resulta hermosa si se utiliza correctamente, es uno de los enemigos más comunes de la salud tópica. No desmaquillar el rostro es como agregar una pesada y densa capa de impurezas, que ensucia y obstruye los poros.

Sin embargo, quitar el maquillaje requiere algo más que agua y jabón, ya que con solo esto resulta bastante difícil, sobre todo si es un embellecedor waterproof. Aquí entran en acción los desmaquillantes, pero de nuevo, estos también deben ser aclarados luego de cumplir su función.

¿Cuándo realizar esta actividad?

Para mantener el balance óptimo y evitar que el exceso de agua sea de nuevo un problema, hay que lavarse la cara dos veces, pero en los momentos adecuados. La primera vez, justo antes de la rutina diurna, cuando se aplican los productos para proteger la piel y el maquillaje.

Con el rostro limpio, se absorberán correctamente las propiedades beneficiosas de los cosméticos, mientras se evita acumular impurezas por el embellecedor. La siguiente vez que se debe realizar esta labor es en la noche, durante la rutina de cuidado facial que se hace antes de dormir.

Si el jabón o los cosméticos limpiadores no son una opción, por las afecciones o la sensibilidad tópica, existen otras opciones naturales y más sencillas. Se pueden elaborar productos para esta tarea en casa, minimizando los riesgos, al utilizar cualquiera de estos 5 métodos naturales para limpiar el rostro

Lo primero que se debe hacer es remover el maquillaje con el producto adecuado, para luego proceder a lavar el cutis, antes de aplicar un limpiador facial. Combinar estos tres elementos asegura eliminar el embellecedor, las impurezas, el sebo y otras grasas, así como los contaminantes externos.

Las células muertas que se van acumulando durante el día se eliminan al limpiar el cutis durante esta rutina, pero luego se van acumulando más durante la noche. Por suerte, ya se ha mencionado la limpieza diurna, que a demás de preparar la piel, removerá cualquier rastro de estas células.

La forma correcta de realizar esta tarea

La forma correcta de realizar esta tarea

Aunque esta afirmación depende del método utilizado para lavar la cara, se puede decir que la forma de hacerlo es la misma en ambas ocasiones, tanto de día como de noche. Sin embargo, si lo que se busca es un resultado óptimo y positivo, hay que seguir una serie de pasos para mejorar el proceso.

Antes de la limpieza facial

En primer lugar, es importante aclarar que no se debe lavar la piel o utilizar cosméticos limpiadores sobre el maquillaje, ya que dificulta el proceso. Más allá de eso, la capa de embellecedor impide que los activos limpiadores lleguen a la dermis y desprendan las impurezas.

Para solucionar este inconveniente, el primer paso es recurrir a alguna sustancia con función desmaquillante, como los cosméticos diseñados para esta tarea. Se pueden usar con el cutis seco, por lo que no hace falta lavarlo antes sino después de que se ha removido el maquillaje por completo.

Algunos productos, como el agua micelar o las toallitas desmaquillantes (cuyo uso recurrente no se recomienda) pueden desmaquillar y limpiar a la vez. En este caso, lo mejor es usarlos dos veces, ya que la primera ocasión elimina el embellecedor y la segunda vez ataca el sebo y las demás impurezas.

El uso de un cosmético adecuado

El segundo paso ya es el uso de la sustancia escogida para la limpieza facial, entre las que se recomiendan la leche limpiadora, el limpiador bifásico o la misma agua micelar. Aplicados con un disco de algodón o una esponja, estos deben pasar por toda la superficie del rostro, sin dejar ningún espacio.

Es posible saltarse algún área poco uniforme, como la comisura de la nariz, o una delicada, como el contorno de ojos, por lo que hay que prestar mucha atención. Con el tiempo y la práctica, este proceso de limpieza será tan común que lo haremos hasta sin darnos cuenta.

Luego de haber eliminado el maquillaje, el sebo, las impurezas, células muertas, polvo y otros contaminantes, hidrosolubles o no, lo único que quedan son los microorganismos. Toxinas y bacterias se alojan en la dermis todos los días, siendo algunos de los elementos más riesgosos para la piel.

¿Lavar después de limpiar?

Aquí es donde entran en acción el agua y el jabón, que además de remover las bacterias, eliminan cualquier residuo de los productos cosméticos anteriores. Es importante que se trate de un jabón antibacterial, pero debe tener un nivel de pH balanceado.

Otras cosas se deben cuidar en este aspecto, pues la dermis del rostro es más delicada y sensible de lo que parece, así que hay que evitar fórmulas con químicos. Los jabones con conservantes artificiales, perfumes y alcohol son muy agresivos para este tipo de tareas.

Por suerte, existen los que tienen un efecto detergente, pero elaborados especialmente para ser usados en el rostro, conocidos como jabones faciales. Todo este proceso es parte de cualquier técnica o método para limpiar el cutis, incluso de una de las más populares, recomendada en este artículo sobre La práctica de la doble limpieza facial

Para finalizar, se puede dejar secar la cara de forma natural, para prevenir las alteraciones que causa el roce con la tela áspera de las toallas. Si esto no es posible, se pueden utilizar pero sin frotar, secando la cara solo con el contacto, dando pequeños toques con la toalla para eliminar el exceso de humedad.

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