Si sospechas que tu bebé tiene piel atópica o acaban de diagnosticársela, puede que te sientas perdida, incluso sobrepasada por la situación.
Tu pequeño llora, está inquieto e irritable, se rasca, no duerme bien ni descansa, y la piel de algunas zonas de su cuerpo tiene mal aspecto: seca, enrojecida, inflamada, con ampollitas…
¡Que no cunda el pánico!
La dermatitis atópica es una condición crónica de la piel que, si bien no tiene cura, puede tratarse y, en general, tiene un buen pronóstico, siempre que se tomen las medidas necesarias.
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Síntomas
Las señales aparecen en la piel, y pueden hacerlo a partir del segundo o tercer mes de vida de tu hijo; en ocasiones, incluso antes.
Las más comunes son:
- Piel reseca, escamada, irritada e inflamada (eccema).
- Picor intenso.
Aunque puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, en los lactantes suele darse en mejillas, nalgas, cuero cabelludo, brazos y piernas.
A partir del año, más o menos, se trasladan al cuello, zona de la boca, manos y pliegues de la piel (detrás de las orejas, de codos y rodillas y en las ingles).
Dado que el picor es muy intenso y persistente, hay síntomas provocados por este:
- Llanto constante.
- Sensación de incomodidad y desasosiego.
- Falta de descanso (para tu bebé y para ti, sin duda), tanto durante el día como por la noche.
El diagnóstico debe hacerlo un médico, para descartar cualquier otra dolencia cutánea.
Para saber más sobre como aliviar el picor, te recomendamos el artículo Consejos para calmar el picor en la piel atópica.
Causas
Considerada una enfermedad autoinmune, la atopia viene causada por una combinación de factores:
- Factores genéticos, sin los cuales no puede ocurrir. En la mayoría de los casos hay antecedentes familiares de atopia, alergias, etc.
- Factores ambientales, que son los que desencadenan la enfermedad y los brotes.
- El sistema autoinmune del bebé, que no está desarrollado, por lo que su piel carece de defensas frente a agentes externos.
Factores genéticos
En toda dermatitis atópica hay una base genética heredada.
El organismo de tu bebé reacciona desproporcionadamente ante determinados estímulos, y esta reacción afecta directamente a su piel.
La barrera cutánea se deteriora y/o rompe, provocando la pérdida de agua y lípidos (sequedad y descamación) y permitiendo, a la vez, la penetración de alérgenos (inflamación, irritación).
Ambos procesos son los causantes del intensísimo picor.
Factores ambientales
Afectan especialmente a los bebés, porque su piel es más sensible y su sistema autoinmune aún no está desarrollado.
Son muchos los factores ambientales que pueden provocar o empeorar un brote de dermatitis:
- La temperatura ambiente: el exceso, tanto de calor como de frío, favorece la aparición de brotes y los empeora.
- El nivel de humedad: de nuevo, huye de los extremos. Los entornos muy secos o muy húmedos no son en absoluto recomendables.
- El aire: tu hijo necesita a su alrededor un aire limpio, fresco, sin polvo, humos e impurezas.
- La ropa: utiliza prendas de algodón 100%, holgadas y frescas. Esto reza también para cualquier tejido que entre en contacto con su piel: toallas, baberos, sábanas, mantitas, cobertores, etc.
- Zapatos: los bebés no los necesitan hasta que empiezan a intentar andar, pero si se los pones, que sean de piel o de tejido transpirable.
- Productos de higiene: utiliza la menor cantidad de jabón o gel posible y prescinde de colonias. Existen jabones «sin jabón» y productos específicos para pieles atópicas.
- Mascotas: mantenlas alejadas de tu hijo y su entorno.
Diagnóstico
Como ya hemos comentado, es importante que lo haga su pediatra.
Podrá determinar si tu hijo padece de piel atópica, y te indicará los pasos a seguir, según la enfermedad se manifieste en tu bebé.
El diagnóstico es clínico, lo que significa que el médico lo hará «a ojo», valorando las lesiones de tu hijo, escuchándote y descartando cualquier otra posibilidad.
No es necesario realizar pruebas ni análisis, excepto en casos en los que se sospeche de alergias añadidas, o en cuadros muy severos, que precisen de medicación muy específica y controlada.
El pediatra marcará las pautas a seguir, y te derivará al dermatólogo o al alergólogo si lo considera necesario.
Tratamiento
El tratamiento dependerá del estado concreto de la piel de cada bebé.
Por eso es importante que el diagnóstico lo haga un profesional, que será el que te indique los pasos a dar.
Ten en cuenta que, normalmente, la dermatitis cursa por brotes, que pueden llegar a ser muy agudos, y que se alternan con temporadas de muy baja incidencia, o incluso de desaparición total de cualquier síntoma.
Hay cuidados que necesita siempre la piel atópica:
Limpieza
Imprescindible para evitar infecciones y facilitar el trabajo de los tratamientos tópicos.
De nuevo, la clave está en no excederse. La piel tiene su propio manto protector, dañado en las pieles atópicas, y debes intentar no deteriorarlo más.
Procura no usar jabón ni productos o sustancias potencialmente irritantes.
El baño diario es importante, y ayudará a tu hijo a relajarse.
Hidratación
También imprescindible.
Aplica una emoliente al menos dos veces al día sobre todo el cuerpo de tu bebé.
En la actualidad hay muchos productos específicos para pieles atópicas.
Caliéntala, frotándola entre tus manos, antes de ponérsela.
A lo mejor necesitas tener varios tipos de hidratantes para diferentes momentos y situaciones: más ligeros cuando vaya a estar muy tapado, más grasos para las noches o en verano, cuando puedes dejarlo casi sin ropa durante todo el día.
En casos leves, estas medidas, sumadas a otros cuidados, que veremos a continuación, son suficientes.
Si tu niño tiene una infección, consulta con el pediatra y sigue sus indicaciones: una piel húmeda puede favorecer la proliferación de patógenos que la empeoren.
Si el pediatra lo considera necesario, prescribirá tratamientos específicos:
Corticoides
Los recetará para dermatitis moderadas, o brotes puntuales más virulentos.
Es un tratamiento tópico que no reviste ningún riesgo.
Los corticoides son poderosos antiinflamatorios y aliviarán rápidamente a tu hijo.
Puede sorprenderte la rapidez con que las lesiones mejoran, y hasta desaparecen, gracias a ellos.
Utilízalos cuando y como el médico lo indique.
Antihistamínicos orales
Se utilizan para aliviar los picores intensos.
El médico los recetará si lo considera necesario, y te instruirá sobre cómo dárselos a tu hijo.
Inmunomoduladores tópicos
Han demostrado ser eficaces y seguros, tanto para el tratamiento de brotes como para su prevención.
Inmunosupresores
Se utilizan en casos severos, bajo un estricto control médico, con analíticas antes y durante el tratamiento.
Antibióticos tópicos
Pueden ser necesarios en caso de infección bacteriana en la piel.
Nunca los utilices si no te los han recetado: hay infecciones no bacterianas ante las que resultan totalmente ineficaces, y el abuso puede provocar resistencia y hacerlos inútiles cuando realmente los necesites.
Insistimos: es muy importante que consultes con tu pediatra, que confíes en él y que sigas sus instrucciones.
Cómo mejorar la calidad de vida de tu bebé
Hay muchas cosas que puedes hacer para aminorar el impacto de la enfermedad en tu hijo.
- Mantenle limpio y fresco.
Los baños deben ser con agua templada (entre 32º y 34º), y de 10 o 15 minutos, máximo.
Vigila la composición de los jabones, geles y champús que utilizas. Lo mejor es no usarlos, o limitar su uso.
Sécale con una toalla de algodón, sin frotar la piel, y no le seques del todo: tanto las cremas recetadas como la hidratante, penetrarán mejor.
- No utilices esponja, lávale con las manos
- Cámbiale el pañal con frecuencia.
- Hidrata su piel tanto como lo necesite.
Como ya hemos dicho, utiliza una emoliente al menos dos veces al día; con más frecuencia, si lo necesita.
Cuando le bañes, pónsela sobre la piel aún húmeda.
Si tienes que ponerle algún tratamiento tópico, hazlo antes de la hidratante y espera al menos 10 minutos para ponerla.
- Las toallitas para su higiene también han de ser lo más neutras posible. Las hay especiales para pieles atópicas.
- Vigila la temperatura y la humedad del entorno en todo momento.
Si es necesario, utiliza calentadores de aire, que secan el ambiente, en sitios muy húmedos, y humidificadores, en lugares muy secos.
- Córtale las uñas, para evitar que se dañe al rascarse.
- Ventila tu casa a diario en cualquier época del año.
No hace falta que sea durante mucho tiempo, pero es muy importante que tu hijo viva con un aire fresco y renovado a su alrededor.
- Ten la casa limpia y utiliza limpiadores no agresivos.
- Ponle ropa de algodón 10o% tanto en invierno como en verano.
Esta recomendación sirve también para cualquier tela que esté, o pueda estar, en contacto directo con su piel: sábanas, toallas, mantas, etc.
- Lava su ropa con detergentes hipoalergénicos sin añadir lejía ni suavizante y hazle un aclarado extra, para asegurarte de que retiras cualquier resto de jabón.
- Quita las etiquetas de ropa y juguetes.
- Peluches y juguetes.
Pon especial atención a su composición, porque los bebés se los llevan a la boca y los tienen en contacto directo con su piel.
- Observa si se rasca contra las paredes de la cuna, el cochecito, u otra superficie: protégelas y retira juguetes y cualquier otra cosa que pueda dañar su delicada piel.
- Los zapatos y zapatillas han de ser de tejidos transpirables o piel.
- Evita abrigarle en exceso.
- Dale paseos por parques, por el campo, la playa y lugares de aire no contaminado.
- No le expongas al sol sin protección. Busca protectores solares específicos para pieles atópicas.
Los bebés menores de 6 meses no deben estar expuestos al sol nunca.
- Después de un baño en el mar o la piscina, aclárale bien y ponle emulsión inmediatamente. Cuando la piel la haya absorbido, ponle protector solar de nuevo.
- Procura que no entre en contacto con mascotas ni animales en general.
- Debes poner mucha atención en ti y en cualquiera que tenga un contacto cercano y continuado con tu bebé: evitad en lo posible lanas, tejidos artificiales, cremas, perfumes, colonias, after shave, joyas y bisutería…
- Cuando vayas a tocar a tu hijo, lávate las manos, para retirar cualquier sustancia que pueda irritarle.
- Si notas que tiene mucho picor, juega con él y distráele.
- Intenta detectar cualquier cosa que afecte a su piel y evítala: a veces hay detalles que nos pasan inadvertidos, como los tintes para el pelo, laca de uñas, desodorantes, productos de limpieza, detergentes lavavajillas, bebidas y comidas que dejen restos. Puede parecerte exagerado, pero la piel de tu niño es muy frágil y sensible, y cuanto más la cuides, mejor viviréis él y su entorno.
Puedes encontrar más información de interés en Remedios para la piel atópica y en La alimentación más adecuada para la piel atópica.
Preguntas frecuentes
¿Se cura la dermatitis atópica?
No, pero en la mayoría de los casos los brotes desaparecen cuando los niños crecen, aunque, en algunos casos, persisten en la edad adulta.
¿Es contagiosa?
No, en absoluto.
¿Es una enfermedad grave?
No, pero sí es una enfermedad que afecta mucho a la calidad de vida del bebé y de las personas que le cuidan.
Por eso te aconsejamos que, más allá de los cuidados de la piel de tu hijo, te centres en mejorar su calidad de vila piel de tu niño es muy frágil y sensible, y cuanto más la cuides, mejor viviréis él y su entorno.da y la de su entorno.
¿Puedo prevenir o evitar los brotes?
Los brotes no se pueden prevenir ni evitar, aunque aplicando todos los consejos aquí recogidos, puedes aliviarlos y mejorarlos antes.
Sigue las indicaciones de tu pediatra o especialista, y continúa con las rutinas de higiene, hidratación y cuidados generales incluso si los síntomas desaparecen. La piel atópica es una condición crónica, aunque no se manifiesten síntomas.
Un entorno tranquilo y relajado es muy importante, así que cuídate tú también para poder atender mejor a tu hijo: los padres estresados, estresan a sus hijos.
¿Puedo llevar a mi bebé a la playa? ¿Y a la piscina?
Consulta siempre con el pediatra.
En general, los baños de mar le sentarán muy bien y le relajarán.
Tanto en la playa como a diario, ponle un protector solar.
No le expongas al sol en horas «punta», y si es menor de 6 meses, no le expongas al sol bajo ningún concepto.
En cuanto a la piscina, hay pieles a las que no afecta y pieles a las que sí: de nuevo, te remitimos tu médico.
Recuerda: Después del baño en el mar o la piscina, enjuágale bien la piel con agua y aplica su rutina de tratamiento (si lo necesita), hidratación y protección.
¿Mi hijo necesita una alimentación especial?
De entrada, no.
Sigue las indicaciones de tu pediatra o matrona respecto a la alimentación de tu hijo.
Si puedes darle el pecho, es perfecto, pero si no, los profesionales te dirán qué leches y papillas son mejores, y cómo ir introduciendo nuevos alimentos.
Si tu hijo necesita pruebas específicas para descartar una alergia, también el pediatra te lo indicará.
¿Puede tener complicaciones de salud?
No.
Como ya hemos mencionado, el principal riesgo es el de una infección cutánea, en cuyo caso el pediatra le pondrá el tratamiento adecuado.
Recuerda
Tu bebé no puede expresar su malestar más que llorando: sé paciente.
Procura un entorno cómodo, agradable, relajado y alegre a tu hijo: tú también te beneficiarás y podrás afrontar el día a día mejor.
Haz de las rutinas de cuidado de su piel un momento especial e íntimo entre los dos. Intenta hacerlo incluso divertido.
Juega con él, distráele, realiza actividades variadas y que os gusten a ambos: pasear, bañaros, dormir juntos una siesta…
En la mayoría de los casos, la piel atópica mejora con el paso del tiempo.
Tu pediatra es tu aliado y el de tu hijo.
Busca momentos para ti y tu propio cuidado: tu hijo necesita que estés lo mejor posible… y tú necesitas estarlo para poder cuidarle bien.
Encontrarás ayuda, apoyo e información en la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica.