El sérum no puede sustituir a la crema hidratante

El sérum no puede sustituir a la hidratante

Está claro que el sérum llegó para quedarse.

Si al principio era un cosmético raro, poco usado, considerado caro y para ocasiones especiales, hoy en día forma parte del cuidado cotidiano de la mayoría de las personas y se ha ganado el puesto a pulso.

Pero siempre está ahí la pregunta insidiosa: ¿puedo prescindir de la hidratante cuando uso sérum?

En ocasiones es posible, pero como norma general la respuesta es no y aquí te vamos a explicar por qué.

Conocer la piel para entenderla y cuidarla

Saber cómo es la piel y cómo funciona nos va a dar un mejor conocimiento del papel que cumplen crema y sérum en su cuidado y nos va a permitir apreciar la función de cada uno y entender por qué son complementarios, no intercambiables y necesarios los dos.

La piel es nuestro mayor órgano y el que está perennemente en contacto con el mundo exterior. Sus dos principales funciones son proteger el organismo y servir de mediación entre este y el entorno, con el que necesitamos interactuar continuamente incluso en niveles muy sutiles, que se escapan a nuestra percepción pero son básicos para nuestra supervivencia.

Está formada por tres capas que a su vez se dividen en varias subcapas y son, desde dentro hacia afuera:

  • La hipodermis, también llamada subcutis, es la más profunda y está formada principalmente por colágeno y células grasas. Trabaja a modo de colchón protector frente a posibles lesiones, como regulador de la temperatura coroporal y sirve de reservorio de energía (grasa).

En ella encontramos glándulas sudoríparas, vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas, parte del sistema linfático (vasos linfáticos) y células inmunes, entre otros componentes.

  • La dermis, que es la capa intermedia y la que conecta «la piel» que vemos y tocamos con el organismo. Está formada por colágeno y elastina, células sensoriales, vasos sanguíneos, células inmunes, glándulas sudoríparas y glándulas sebáceas.

Es la encargada de nutrir y limpiar la epidermis, que no tiene riego sanguíneo propio.

Podría decirse que es el andamiaje de la piel y también que en ella están todos los centros de mantenimiento fundamentales para su buen estado y funcionamiento.

  • La epidermis es la que tiene más subcapas y es la parte que siempre está en contacto con el mundo exterior, compuesta por células llamadas queratinocitos que se producen en su capa más interna (el estrato basal, donde también se produce la melanina) y van cambiando según migran hacia las capas externas, convirtiéndose finalmente en corneocitos, células sin núcleo que forman la capa más superficial, conocida como capa córnea (también estrato córneo).

Sobre esta última está el manto hidrolipídico, una película formada por agua, lípidos, enzimas, aminoácidos… y que tiene un papel determinante en la salud de la piel y, por extensión, de todo el cuerpo.

El sérum no sustituye a la hidratante

En el manto hidrolipídico viven numerosos seres microscópicos (bacterias, hongos, virus, etc.) que son necesarios y nos mantienen a salvo de los patógenos.

Pero sus tareas van más allá de proporcionar a estos seres microscópicos un hogar, porque regula la pérdida de humedad de la piel evitando así que se seque en exceso, volviéndose frágil y vulnerable.

En realidad la piel es un universo magnífico y complejo, muy sutil y cuyo equilibrio depende de múltiples factores y está siempre, de alguna manera, amenazado.

Es nuestra línea de defensa y de comunicación con el entorno y tener una piel sana no es solo una cuestión estética, sino una necesidad básica.

En el principio fue la crema hidratante

Es difícil saber desde cuándo se utilizan remedios para mejorar la piel del rostro (y del todo el cuerpo), combatir los signos de la edad y los problemas cutáneos de toda índole.

Existen registros de recetas de hace más de 5.000 años y se dan en todas partes del mundo.

No vamos a profundizar en el asunto: baste decir que se han usado todo tipo de ingredientes en la búsqueda de la panacea para el cuidado cutáneo, desde leches de muy diferentes animales, extractos vegetales y aceites, lodos, barros, ungüentos, hasta órganos, secreciones, venenos y otros inventos desagradables.

Curiosamente, hay fórmulas que han llegado hasta nuestros días sin cambios por su efectividad, como la llamada cold cream (también colcrem en español) que a día de hoy goza de muchos partidarios y se sigue utilizando con mayor o menor fidelidad a la fórmula originaria (agua de rosas, aceite de almendras y cera de abejas).

Remitiéndonos a épocas actuales y ciñéndonos a la industria cosmética, las hidratantes ya lleva unos cuantos años con nosotros y la aparición de la industria como la conocemos se remonta a los primeros años del siglo XX en sus manifestaciones más incipientes, aunque no fue hasta mediados de ese siglo cuando la cosmética despegó… para no aterrizar ya nunca más.

Y el producto que está en el origen de todo este tinglado es la modesta crema hidratante de toda la vida.

Concebida como un remedio cosmético (es decir, con fines básicamente estéticos) para la piel y cualquiera de sus muchos posibles problemas, ha creado a su alrededor un ingente negocio que mueve muchos miles de millones al año en todo el mudo (solo en España más de 6.000 millones).

Las cremas hidratantes han sido nuestras fieles compañeras y lo siguen siendo. Han mejorado, cambiado, se han sofisticado, complicado, simplificado, pero ahí están.

Por algo será…

Son la base del cuidado facial, el producto que toda persona que presta un mínimo de atención y tiempo a su cutis utiliza, muchas veces el único.

Y luego el hombre creó el sérum

Por qué el sérum no sustituye a la crema hidratante

Para ser precisos y justos podría fecharse la aparición del sérum casi al mismo tiempo que la de la crema hidratante, ya que muchas de las fórmulas antiguas estaban hechas a base de aceites y extractos vegetales o combinaban ingredientes acuosos y oleosos que tenían gran capacidad de penetración.

Los aceites son, en todas sus versiones, otros clásicos del cuidado cutáneo.

Pero cuando la industria floreció lo hizo centrada en las cremas y no fue hasta los años 80 del siglo XX que se empezó a (re)descubrir todo el potencial de los productos más ligeros: los sérums.

Se fueron abriendo un hueco en el cuidado facial con bastante discreción, pese a que la industria los impulsó a golpe de marketing. Pero la ampliación de sus posibilidades y los excelentes resultados que ofrecen les acabó abriendo el mercado de par en par.

Como en principio se diseñaron para luchar contra el paso del tiempo y se lanzaron como un producto exclusivo (y caro) su introducción en las rutinas diarias no fue inmediata, pero es innegable que hoy en día son verdaderas estrellas, todo el mundo los conoce y están entre los básicos para el cuidado de la piel, al lado o justo detrás de las hidratantes.

En el boom de la industria cosmética tienen mucho que ver los avances científicos y tecnológicos, que han permitido conocer a fondo la piel y su funcionamiento, entender sus procesos y necesidades y desarrollar, gracias a la química y la farmacología (que permiten descifrar las propiedades de los ingredientes) y las técnicas avanzadas de estudio, análisis, síntesis, etc., productos más específicos y mucho mejor diseñados.

Pero, ¿por qué dos productos si en el origen eran casi lo mismo y durante mucho tiempo no se distinguían muy bien (si siempre ha habido cremas también ha habido aceites y lociones)?

Entenderlo es lo que nos va a permitir entender también por qué el sérum no puede ni podrá nunca sustituir a la hidratante y por qué ambos son necesarios y hacen una pareja de la máxima excelencia para nuestra piel.

Sérum e hidratante: juntos pero no revueltos

El sérum nunca sustituye a la crema hidratante

Llega el momento de unir todo lo que hemos visto hasta ahora para tener una visión de conjunto y colocar cada cosa en su sitio, entendiendo por qué y para qué.

Las cremas hidratantes son densas y más o menos grasas, están hechas normalmente como emulsiones, es decir, combinando ingredientes tanto acuosos como oleosos e integrando emulgentes a la mezcla para conseguir que sea estable, que los dos tipos de ingredientes puedan estar juntos de forma estable y equilibrada

Incluso las cremas más ligeras son en realidad emulsiones (mezcla de elementos acuosos y aceitosos).

La piel es lipofílica, es decir, afín a los compuestos grasos, y es, además, prácticamente impermeable, gracias a la capa córnea, por lo que los compuestos acuosos no penetran en ella, solo se evaporan de su superficie.

El manto hidrolipídico es en sí una emulsión (hidros significa agua y lipos significa grasa, ambos en griego) formada por el agua de las glándulas sudoríparas y la grasa de las glándulas sebáceas.

La capa córnea de la piel está diseñada como una barrera que impide que los elementos externos penetren en nuestro cuerpo a no ser que estén hechos con moléculas muy pequeñas: los sérums lo están.

Tenemos pues una primera y gran diferencia entre cremas y sérums como lo es el tamaño de sus moléculas.

La piel que nosotros vemos es la capa córnea, el resto de subcapas de la epidermis no es accesible fácilmente y, por supuesto, la dermis aún menos.

Pero en esas partes donde la piel trabaja, fabrica, renueva, etc.  y si no funcionan bien se reflejará en nuestro aspecto, con todas esas características que no nos gustan un pelo: sequedad o exceso de grasa, arrugas, manchas, cicatrices, flacidez, aspecto mate y cansado, inflamación, infecciones…

Para llegar allí se necesita el sérum, que se «cuela» por la barrera cutánea sin problema y alcanza los estratos profundos de nuestra epidermis y de la dermis.

Genial, ¿verdad? Tenemos una herramienta perfecta para tratar la piel desde dentro y para hacerlo «a tope», porque los sérums están hechos con activos muy potentes y muy concentrados.

Pero… ¡claro que hay un pero! Los sérums no afectan directamente a las capas superiores de la epidermis, son herramientas para el trabajo oculto, porque al colarse dejan esa primera línea indefensa.

Por eso necesitamos las cremas hidratantes. Como hemos visto, no pueden traspasar la barrera por sus grandes moléculas y esa no es en este caso una debilidad, sino su principal fortaleza: ellas se encargan de proteger las capas superiores de la epidermis y lo hacen a la perfección.

Conocer la fisiología de la piel y la química de los ingredientes es lo que ha facilitado llegar a fabricar dos tipos de cosméticos muy semejantes en su objetivo general -cuidar la piel- y muy diferentes en su forma de hacerlo y su zona de influencia.

Se acabó el batiburrillo de antes porque ahora sabemos cómo trabaja y qué se puede esperar de cada uno.

Te lo contamos.

Así es y así funciona la crema hidratante

Sérum: no sustituye a la hidratante

Ya hemos visto que todas las cremas son grasas en mayor o menor medida y que están hechas con moléculas grandes.

Para nuestra percepción son untuosas, a veces hasta pringosas, definitivamente densas.

Su composición contiene una gran proporción de ingredientes emulgentes y vehículos o excipientes, que son los que le proporcionan sus características más visibles: densidad, consistencia, tacto, fluidez, aspecto, etc.

En mucha menor proporción aparecen los activos, los ingredientes que se incorporan para que tengan un efecto determinado sobre la piel. Son entre el 4 y el 8% del total de la fórmula, pudiendo ser menos o más, pero sin pasar del 10%.

Es posible que te parezca poco y que pienses que con más activos las cremas funcionarían mejor, pero estarías equivocándote. Un exceso de activos encarecería el producto sin resultados para tu piel.

Recuerda que las cremas solo trabajan en la superficie cutánea y tienen una capacidad de penetración muy limitada (las primeras capas de la epidermis) así que tendrías un excedente inútil de activos que incluso podrían resultar contraproducentes.

Por último las cremas contienen aditivos, que son los ingredientes necesarios para evitar que se deterioren en poco tiempo y para «rematar» el trabajo de los excipientes. Aquí entran desde los conservantes de todo tipo hasta los compuestos que mejoran la sensación del producto.

La piel está viva y no va a tomar más que lo que necesita (como tú, cuando tienes sed, bebes un vaso de agua, puede que dos, pero no litros y litros).

En esas capas se produce el intercambio entre el entorno y la piel: esta pierde agua de forma más o menos regular por evaporación y sudoración (estamos continuamente exhalando agua por vía cutánea, aunque solo lo notamos cuando sudamos en exceso), se autolubrica con el sebo que produce y, si las condiciones del ambiente lo permiten y las de la propia piel lo requieren, también toma humedad de este para mantener su equilibrio y el de todo el organismo.

Haz, si quieres, un experimento: límpiate muy bien la yema del dedo índice e intenta manejar tu móvil. No puedes y si puedes no te has limpiado completamente (para hacer esta prueba puedes utilizar alcohol, que es muy secante).

Nuestra piel está -o debería estar- siempre muy sutilmente «pringosa» y eso nos permite, por ejemplo, coger algunas cosas sin que se nos caigan. Un exceso de grasa hace nuestras manos resbaladizas y un exceso de sequedad las hace menos efectivas para muchas tareas cotidianas: necesitamos ese equilibrio sutil y perfecto de la piel sana.

Los sérums no sustituyen a las hidratantes

El manto hidrolipídico evita que perdamos demasiada agua y ayuda a retenerla, incluso a atraer una cierta humedad.

Pero esta preciosa barrera química está sometida continuamente a agresiones por los cambios de temperatura y humedad, el contacto con productos de todo tipo (lo que incluye colonias y perfumes, jabones, etc.), la contaminación, las radiaciones solares, etc.

Las hidratantes se encargan de reponer, reparar y mantener las condiciones idóneas para el buen funcionamiento de la barrera, de atraer y retener la humedad necesaria y de crear una película protectora bajo la cual el manto y la capa córnea están en condiciones de hacer su trabajo y hasta de restablecerse mejor y más rápidamente cuando sufren alguna agresión y/o lesión.

No es una tarea fácil ni insignificante pero cualquier hidratante bien formulada la realiza a la perfección.

Puesto que su misión es la de crear esa barrera sobre nuestra barrera hay que aplicar suficiente cantidad de producto como para cubrir todo el cutis, el cuello y la zona del escote de forma generosa, extendiéndola y ayudando a que penetre (lo poco que lo hacen) con un suave masaje.

¿Por qué se llama a las cremas faciales hidratantes? Porque su función más visible es la de devolver a la piel un aspecto jugoso, ligeramente húmedo, flexible y suave y lo hacen, como hemos visto, reteniendo y atrayendo la humedad. No aportan agua a la piel pero sí son vitales para mantener sus niveles de hidratación.

Las hidratantes son por naturaleza oclusivas, en el sentido de que, como no pueden penetrar, «tapan» la piel, la cubren. De eso se trata.

La crema hidratante que debes utilizar viene determinada por tu tipo de piel, que es a su vez la que determina las necesidades de tu capa córnea.

Las pieles grasas prefieren cremas ligeras, frescas y poco untuosas. Para ellas se han hecho las que tienen textura de gel, entre otras, para corregir el exceso de grasa tendrán que utilizar ingredientes astringentes (secantes).

Sin embargo una piel seca necesita una crema más densa, untuosa y obstructiva, que cree una protección extra ya que la propia está continuamente comprometida, porque la hidratante no puede actuar en el origen del problema, donde se produce la grasa, solo puede aportártela.

Así es y así funciona el sérum

Sérums e hidratantes no pueden sustituirse entre sí

Moléculas pequeñas que sortean fácilmente la barrera cutánea y penetran en las capas más inaccesibles de la piel.

Varios adjetivos definen al sérum: ligero, fluido, concentrado, potente. 

Por cierto, nosotros tenemos nuestra propia selección de los mejores sérums hidratantes. 

Ligeros: la mayoría de los sérums son también una mezcla de ingredientes oleosos y acuosos nada densos y aunque hay muchos hechos solo a base de aceites y esencias nunca son cremosos.

Que una sustancia sea oleosa no significa que no pueda penetrar en la piel que, como ya hemos señalado, es lipofílica: penetrará muy bien si sus moléculas son pequeñas y no dejará restos pringosos en la superficie.

Fluidos: son líquidos, aunque algunos tengan un aspecto y tacto algo gelatinoso (si contienen aloe suelen ser así) o aparentemente cremoso.

De la misma manera que una crema es más o menos densa, un sérum es más o menos fluido.

Concentrados: independientemente de que contengan más o menos activos, estos están en una gran proporción (entre el 60 y el 80% en los sérums de calidad).

Potentes: la alta concentración de activos les da su potencia y la necesitan para los trabajos que han de realizar.

El trabajo del sérum se refleja en el aspecto del cutis pero tiene lugar en las capas más profundas de este. El sérum no está para proteger y defender sino para reparar, estimular, mejorar, corregir, modular, regenerar…

Es un extra para cuando la piel, por el motivo que sea, no puede realizar bien sus funciones y su apariencia se resiente por ellopero también y sobre todo, es un impulso diario para mantener la piel en las mejores condiciones durante mucho más tiempo. 

Si la piel se vuelve flácida no hay hidratante que pueda arreglarlo porque el problema se origina en la dermis: el colágeno y la elastina fallan y la piel pierde tersura, tensión; si empiezas a tener manchas el problema viene de la capa basal de la epidermis. Son solo dos ejemplos.

¿Cuándo deja la piel de trabajar correctamente? Depende de cada piel y de su historia particular pero generalizando se puede decir que a partir de los 25 años (año arriba o abajo) la piel empieza lentamente a perder capacidades.

Empezar a utilizar un sérum a esa edad puede prolongar el buen funcionamiento de los sistemas cutáneos e incrementar la calidad de sus componentes (colágeno, ácido hialurónico, etc.), retrasando su declive.

Los sérums no se eligen en función del tipo de piel sino del problema que cada una tenga.

No sustituyas la hidratante por el sérum

Por supuesto que si tienes la piel grasa encontrarás sérums para tratarla, pero lo harán sobre todo con ingredientes seborreguladores y no con astringentes, porque trabajarán directamente en la producción de sebo, no en su eliminación (aunque también pueden hacerlo, pero no es su principal misión).

En cuanto al tema que nos ocupa, la hidratación, muchísimos sérums son hidratantes y todos lo son en alguna medida, porque todas las pieles necesitan hidratación constante.

Pero los sérums hidratan de distinta manera que las cremas ya que trabajan en las capas profundas de la piel.

El sérum no sustituye a la crema hidratante

Toda la piel necesita hidratación y esa es la razón por la que se necesitan el sérum y la hidratante y por la que no se puede prescindir de esta última.

El sérum no crea una capa protectora sobre la epidermis y sin ella la piel tiene menos defensas. Si además está deteriorada, el apoyo de la crema marca una gran diferencia: una capa córnea y un manto hidrolipídico en mal estado obtienen de la hidratante un entorno seguro que les permite recuperarse.

Entonces, ¿el sérum no hidrata?

Claro que sí, pero hidrata principalmente la dermis y las capas inferiores de la epidermis, por su propia naturaleza (está hecho para penetrar en la piel) su efecto sobre la superficie cutánea es limitado.

Cuando utilizas un sérum y aplicas sobre él una hidratante estás dándole a tu piel el mejor tratamiento posible.

El sérum hidrata los estratos profundos con ingredientes tan maravillosos como el ácido hialurónico, otros polisacáridos o la vitamina C, por nombrar algunos de los más utilizados y conocidos. Si embargo lo que le hace ser excepcional es que estimula los sistemas cutáneos mediante el uso de estos ingredientes para que sea la propia piel la que mejore y se mantenga en perfecto estado.

La hidratante no puede hacer eso porque en las capas superficiales de la epidermis no se dan procesos metabólicos y, como ya sabemos, estos son los encargados, desde dentro, de conseguir que tu piel luzca perfecta en cada momento.

Si la aparición del sérum no ha acabado con el largo reinado de las cremas hidratantes no es por un mero capricho de la industria para vender más, sino porque realmente tienen funciones y cometidos distintos y juntos forman un equipo perfecto para el cuidado integral de la piel.

¿No sabes si realmente tu piel está deshidratada? Esperamos ayudarte a verlo más claro.

Piel deshidratada, piel seca, piel madura: no son lo mismo

Los sérums no pueden sustituir a las hidratantes

Tal vez te preocupe observar en tu piel los primeros y prematuros signos de la edad, pero es posible que lo que tú interpretas no tenga nada que ver con tus años y sí con la deshidratación, ya que comparten algunos síntomas: piel aparentemente arrugada, con líneas que se multiplican y falta absoluta de luminosidad, por ejemplo.

Muchas veces confundimos una con otra y a la confusión se une la piel seca, que comparte con ambas algunas características, así que vamos a verlas más de cerca.

Piel seca, piel deshidratada y piel madura: cómo distinguirlas

Es fundamental que conozcas la diferencia entre las tres, ya que cada una tiene causas y tratamientos diferentes.

Piel seca

La piel seca es un «tipo de piel» y no tiene «cura».

Es el resultado de la falta de producción de sebo, entre otras causas porque las pieles secas tienen menos glándulas sebáceas y/o estas producen, además, menos grasa.

Ya hemos hablado de la importancia del manto hidrolipídico y su papel a la hora de proteger la piel.

La falta de lubricación hace que las pieles secas sean más sensibles y se irriten con cierta facilidad.

Los cuidados adecuados mejorarán significativamente cualquier piel seca, pero no la pueden cambiar, aunque sí moderar. 

La sequedad afecta a la piel de todo el cuerpo en mayor o menor medida.

Aquí tienes algunas pistas que te pueden ayudar a identificarla:

  • Poros pequeños.

Como mencionamos, la piel seca no produce suficiente grasa: los poros tienden a ser más pequeños debido a la falta de producción de sebo.

Esto, que para mucha gente puede parecer una ventaja, no lo es, pues la piel necesita la grasa y que esta pueda llegar hasta su superficie. Los poros demasiado pequeños no son ningún chollo.

  • Ausencia de acné.

O al menos del que tiene su origen en el exceso de grasa, porque las pieles secas no están libres del acné causado por los desequilibrios hormonales.

  • Piel irritable.

La falta de sebo la deja mucho más expuesta a cualquier irritante, desde la suciedad del aire contaminado hasta cualquier patógeno, los ingredientes de los cosméticos, etc.

Un sérum no sustituye a la crema hidratante

  • Piel escamosa.

El sebo ayuda a formar la capa córnea, actuando (junto con otras secreciones) como aglutinante y dando sostén a las células epiteliales. Por contra, su falta se traduce en una piel que se descama con facilidad y aparece apagada, afectando incluso a los resultados del maquillaje, que no se adhiere bien ni de forma uniforme.

  • Comezón. 

Hay una tendencia clara en las pieles secas a sentir picores y molestias casi continuamente.

  • Tirantez. 

La falta de lubricación explica esa incómoda sensación que puede desaparecer cuando se aplica lubricación y la piel recupera, al menos en parte, cierta elasticidad.

Causas de la piel seca

  • Genéticas.

La herencia genética es la principal causa de la piel seca y esto puede ser una buena pista a la hora de determinar si tu piel es seca o está deshidratada: cuando en tu familia hay varios casos es muy posible que tu piel sea seca.

Pero la sequedad no te libra de la deshidratación que en el caso de una piel seca es como si lloviera sobre mojado, pero al revés. ?

  • Enfermedades. 

Que pueden ser cutáneas, como algunas dermatitis, la psoriasis, el eccema o la rosácea, por citar las más comunes, o de otra etiología, como el hiportiroidismo, la diabetes, afecciones hepáticas, etc.

  • Envejecimiento.

Con la edad todas las pieles tienden a volverse más secas, así que una piel normal puede terminar convertida en piel seca con los años.

El paso del tiempo reduce la producción sebácea, contribuyendo en gran medida a la aparición de arrugas y otros síntomas de envejecimiento.

Piel deshidratada

Y es que el sérum no sustituye a la crema hidratante

La deshidratación es una condición de la piel, no un tipo de piel, y como tal puede afectar a cualquier piel en cualquier momento, de forma puntual o crónica, dependiendo de muchos factores. Sí, incluso una piel grasa puede estar deshidratada (La piel grasa necesita el sérum).

A diferencia de la piel seca, la piel deshidratada tiende a producir un exceso de grasa para compensar su incapacidad de retener la humedad.

En pocas palabras: la piel deshidratada carece de agua, la piel seca carece de aceite.

La piel sana y bien hidratada contiene aproximadamente un 10-20% de agua, mientras que la piel deshidratada suele contener menos de un 10% de agua.

Se puede decir que la deshidratación es causada por elementos externos (clima y cambios estacionales), una dieta poco saludable (falta de productos frescos) y elecciones de estilo de vida (consumo de alcohol o cafeína), mientras que la sequedad tiene causas endógenas en la mayoría de los casos.

Eso explica por qué a veces la deshidratación aparece solamente en algunas partes del cuerpo, las más expuestas, como el rostro, el cuello y las manos.

Veamos algunos síntomas de la piel deshidratada.

  • Tirantez.

La sensación de tirantez en la piel es en realidad uno de los indicadores más comunes y destacados de la deshidratación de la piel. Si notas la piel tensa, incluso siendo tu piel grasa o la notas más incómoda después de la limpieza, y aparecen zonas enrojecidas o inflamadas es posible que esté realmente deshidratada.

  • Aspecto opaco.

La deshidratación afecta la capacidad de la piel para realizar funciones esenciales como la renovación celular. Sin la hidratación adecuada, la piel no puede desprenderse de su capa externa con la frecuencia normal y las  células muertas se acumulan en su superficie, lo que contribuye a la obstrucción de los poros, la congestión y una tez sin brillo.

  • Picor. 

Como verás, algunos síntomas son similares a los de la piel seca, con la diferencia de que en esta se dan siempre (si no se tratan y se cuidan adecuadamente) y en las pieles deshidratadas no.

La piel deshidratada pierde humedad rápidamente y continuamente y la exposición a los elementos externos como el viento y las temperaturas extremas pueden acelerar la pérdida de humedad de las capas externas de la piel, aumentando sensaciones como la tirantez y el picor.

Porque el sérum no sustituye a la hidratante

  • Piel sensible.

El aumento de la sensibilidad se debe a que la piel deshidratada también tiene dificultades para mantener la barrera hidrolipídica, en la que la humedad es otro factor fundamental, y que se encarga de mantener alejados el polvo, los alérgenos o las bacterias.

  • Acné crónico.

Una piel sin la suficiente humedad trabaja horas extras para producir grasa en un intento de compensar la falta de agua. El exceso de grasa obstruye los poros, provocando puntos negros e imperfecciones. Este tipo de acné seguirá apareciendo mientras la piel permanezca deshidratada.

  • Líneas finas y arrugas.

Cuando tu piel no está adecuadamente hidratada, pierde su elasticidad y desarrolla líneas finas que no deben confundirse con las arrugas profundas.

A diferencia de las arrugas profundas, las líneas finas y las arrugas que se desarrollan a partir de la piel deshidratada generalmente disminuyen o incluso desaparecen con el uso de los cosméticos adecuados (sérum y crema hidratante).

Sin embargo, la piel deshidratada en realidad acelera el proceso de  envejecimiento y es posible que notes arrugas más acentuadas o nuevas, así como ojeras más pronunciadas.

Causas de la piel deshidratada

A diferencia de la piel seca, la piel deshidratada es el resultado de una variedad de factores externos, que incluyen:

  • Falta de hidratación. 

Es decir, no beber suficiente agua, hacer una dieta pobre en frutas y verduras o consumir demasiado alcohol, que es un gran deshidratante.

  • Exposición a los elementos.

Pasar horas al sol, al viento o al frío puede deshidratar la piel rápidamente.

  • Agua caliente.

El agua demasiado caliente elimina tanto la capa córnea como el manto hidrolipídico, dejando a la piel indefensa frente al exceso de pérdida de humedad.

  • Calefacción y aire acondicionado.

Ambos son grandes secantes de ambientes, lo que lleva a la deshidratación.

  • Productos químicos.

Los productos cosméticos de dudosa calidad o hechos con ingredientes agresivos son otra de las causas del deterioro de la barrera cutánea, con los resultados que ya hemos señalado.

En este apartado también hay que incluir los jabones y detergentes y cualquier otra fuente de posible contaminación o agresión química.

piel madura

Por qué los sérums no sustituyen a las hidratantes

Está claro que la causa de la piel madura es el inevitable paso del tiempo, pero sin duda no todas las pieles envejecen de la misma forma ni al mismo ritmo. 

No se puede luchar contra el tiempo pero sí se puede trabajar a favor o en contra del mismo.

Aunque todas las pieles de todo tipo están abocadas a un envejecimiento progresivo e inevitable, hay pieles que acusan mucho más y/o mucho antes este. 

La diferencia entre unas y otras radica no solo en sus características particulares (así, por ejemplo, las pieles grasas envejecen mejor) sino, y en un gran porcentaje, en el tipo de vida y las rutinas diarias que se adquieran desde la primera juventud.

En este sentido es necesario destacar el papel que los rayos UV solares tienen en el deterioro temprano del cutis. Hasta tal punto es así que el envejecimiento que provocan tiene nombre propio: fotoenvejecimiento.

Este puede ser muy precoz y presentarse a partir de la veintena si no se toman precauciones a la hora de exponer la piel al sol.

En el otro extremo, si somos prudentes en este sentido, podemos conseguir una piel de aspecto joven y sano durante mucho más tiempo. 

El dato escalofriante es que el sol es responsable de hasta el 80% del envejecimiento cutáneo prematuro.

Quizá no sea fácil apreciarlo porque todos tendemos a no poner suficiente atención a este factor, pero si te encuentras con personas que hayan tomado poco el sol y tengan por costumbre evitarlo hasta en su día a día, podrás comprobar que tienden a tener una piel mucho mejor, más luminosa y notablemente menos arrugada por muy mayores que sean.

Muchos otros factores indicen en la forma y el ritmo en que nuestra piel va cumpliendo años y tenemos la posibilidad de utilizarlos a nuestro favor. 

Una vida equilibrada en todos los sentidos, una dieta sana, no fumar ni consumir alcohol, hacer ejercicio de forma habitual (un buen paseo diario es suficiente), estar relajado, tener contacto con la naturaleza… son hábitos que se reflejan en la calidad de nuestra piel.

Si les sumas un cuidado de esta a base de productos cosméticos de calidad (que no tienen por qué ser en absoluto los más caros) específicos para cada tipo de piel, cada problema concreto y cada momento vital (las necesidades de la piel cambian también con el tiempo) ten la seguridad de que tu cutis se mantendrá fresco, joven y luminoso durante muchos más años de lo que puedas pensar de entrada.

Por qué es tan importante la hidratación de la piel

Saber que el sérum no sustituye a la hidratante

Resulta fácil concluir que la hidratación es un factor fundamental en la salud de la piel y en la capacidad de esta de mantenerse joven durante más tiempo. 

Que dependa en su mayor parte de factores externos nos permite poder prevenirlos y enfrentarlos cuando son inevitables, porque lo principal aquí es no permitir que la deshidratación se instale y ponerle solución en cuanto aparezca, aunque, desde luego, lo mejor siempre es adelantarse y evitarla.

Una piel continuamente deshidratada irá perdiendo capacidades y la posibilidad de revertir algunos procesos degenerativos, como la pérdida de elasticidad.

Para garantizar una hidratación adecuada beber agua no es suficiente dado que los factores externos pueden acelerar mucho la pérdida cutánea de esta. 

Tanto tu sérum como tu crema deben contener ingredientes hidratantes, es decir, capaces de atraer el agua, e ingredientes humectantes, capaces de retener el agua.

En la humectación la crema juega un papel básico, al ser la encargada de sellar la piel, permitiendo que mantenga sus niveles adecuados de humedad y evitando que esta se pierda.

Cuidados de la piel deshidratada

Afortunadamente, una buena rutina de cuidado de la piel con productos e ingredientes de alta calidad diseñados para aliviar la deshidratación puede eliminar los signos del envejecimiento prematuro antes de que vayan demasiado lejos.

La deshidratación es tratable, ya que tiende a aparecer y desaparecer y puede estar relacionada con muchos factores y fluctuaciones ambientales. Mejor aún, tratarla puede reducir drásticamente los signos de un aparente envejecimiento de la piel.

Sin duda, la piel deshidratada no es una condición que deba tomarse a la ligera y hay que actuar en cuanto aparece, para evitar consecuencias que puedan arraigarse, deteriorando los mecanismos de defensa y mantenimiento de la piel.

Veamos los pasos a seguir para combatir la deshidratación y mantener la humedad de la piel en niveles óptimos.

Usa un limpiador suave

Sérums: no pueden sustituir a las hidratantes

Da igual el tipo de limpiador que uses, ya sea uno diario o un exfoliante de vez en cuando (no más de una vez por semana), búscalo suave, de ingredientes naturales y usa siempre agua tibia para aclarar tu rostro. Recuerda que el agua caliente se lleva parte de la protección cutánea.

Los productos oleosos y los aceites naturales son perfectos para retirar el maquillaje y no agreden ni irritan (aunque por precaución te aconsejamos probar cualquier producto antes de empezar a utilizarlo).

Si una limpieza excesiva o inadecuada puede empeorar la condición de la piel, la piel que no está lo suficientemente limpia y exfoliada también puede empeorar sus niveles de hidratación, porque la acumulación de grasa, células epiteliales muertas, suciedad, etc. puede ser un impedimento a la hora de realizar el intercambio de humedad de forma correcta con el exterior.

Aplica un tónico

El tónico es imprescindible, sobre todo cuando tienes la piel seca, pero en realidad para cualquier cutis. Rehidrata la piel, la protege de los irritantes ambientales agresivos y ayuda a restaurar el pH correcto, que se ve afectado por la limpieza y otros factores.

Una piel con el pH equilibrado es una piel sana y capaz de regenerar con facilidad su barrera, manteniendo la capa córnea y el manto hidrolipídico en las mejores condiciones.

Utiliza productos específicos para los ojos

Uno de los primeros lugares en los que la piel muestra signos de envejecimiento es el área de los ojos.

Las arrugas de los ojos, a veces llamadas «patas de gallo», se vuelven más pronunciadas cuando la piel está deshidratada y la piel de los párpados tiende a perder tono y mostrarse más cenicienta y oscura, lo que se refleja muy claramente en los párpados inferiores con la aparición o la intensificación de las ojeras.

Existen sérums específicos para esta zona y también cremas hidratantes solo para el contorno de ojos. 

utiliza un sérum día y noche

Una de las formas más eficaces de rehidratar la piel es mediante el uso del sérum que, como ya hemos visto, puede llevar a todas las capas de la piel los ingredientes adecuados no solo para devolverle la hidratación sino para mejorar sus recursos y defensas frente a la deshidratación.

Ingredientes naturales como el ácido hialurónico y otros polisacáridos, la vitamina C y la E, que son muy comunes en los sérums, hacen un trabajo magnífico siempre y cuando seas constante en su uso. 

El sérum debes aplicarlo antes de la hidratante, esperando a que la piel lo absorba completamente antes de ponerte la crema (Aprende a aplicar el sérum).

no prescindas de la hidratante

Y un sérum no sustituye a una hidratante

Ya te hemos explicado su función y la importancia que tiene. 

Hay ocasiones contadas en las que puedes no utilizar la hidratante, pero dependerá mucho del tipo de piel que tengas. Las pieles secas no pueden permitirse ese lujo y las grasas no deben hacerlo con demasiada frecuencia, porque la grasa por sí misma no garantiza la hidratación.

Puedes no usar una crema algunas noches si utilizas un sérum nutritivo e hidratante y durante el verano de forma puntual, no a diario.

De nuevo insistimos en que busques productos realizados principalmente con sustancias de origen natural, asegurándote de que lo son más allá de la publicidad que pueda acompañarles.

Recapitulando

Si tu piel parece haber envejecido de repente es muy posible que estés pasando por un momento de deshidratación que debes atajar lo antes posible.

De esta forma acabarás con el problema inmediatamente y sin consecuencias.

No creas que una rutina de hidratación y cuidado cutáneo es una garantía y permanece alerta al mínimo indicio, porque hay variables que pueden comprometer temporalmente los niveles de humedad de tu piel, como ya hemos apuntado (la exposición a condiciones ambientales diferentes, como el frío o el calor, por ejemplo).

Ten en cuenta que todas las pieles, con el paso del tiempo, tienden a ser más secas (producir menos sebo) y tendrás que ir adaptando tus cuidados.

No olvides que una piel hidratada es la base de una piel sana y más resistente al paso del tiempo y a cualquier otro problema, porque todos los procesos cutáneos necesitan la hidratación para funcionar adecuadamente.

Si quieres una piel realmente hidratada siempre y que se mantenga más joven tendrás que incorporar el sérum a tu rutina de belleza diaria a partir de los 25/30 años… o antes. Te garantizamos que todo serán ventajas.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *