El sérum es, a día de hoy, uno de los cosméticos más utilizados. Sus propiedades casi mágicas lo han puesto entre los primeros y solo hace falta echar un vistazo a los estantes de las perfumerías para comprobarlo: los hay para todas las pieles, todas las edades, todos los problemas y para ambos sexos.
Pero mucha gente aún no sabe exactamente qué es, por qué es tan eficaz, qué pueden esperar de él (y qué no), cómo usarlo correctamente y si realmente lo necesitan y puede ayudarles.
Vamos a intentar despejar todas las dudas y explicar bien todos los puntos. ¿Nos acompañas?
Contenido de la entrada
Qué es el sérum
Sérum es una palabra latina de la que deriva la española suero. Se utiliza la versión latina porque es internacional, se usa en cualquier idioma.
Entre las varias definiciones de suero encontramos la de suero fisiológico: una solución salina isotónica a la que se añaden los líquidos que el organismo necesita. Pero suero también se refiere a la parte de la sangre que permanece líquida cuando esta se coagula. En ambos casos tiene que ver con algo propio del cuerpo o muy afín a él, que sirve para aportarle nutrientes, oxígeno, curas…
Es una auténtica infusión de vida, como lo es el sérum para la piel.
El sérum es un líquido no graso y no oclusivo que tiene (o debería tener) una gran compatibilidad con los elementos propios de la piel, de ahí su nombre, porque es -o pretende ser- una sustancia afín, casi medicinal.
Como en todo, unos lo logran mejor que otros. Nuestros favoritos los encontrarás aquí: Estos son los mejores sérums faciales antiedad.
Conocer un poco la piel
Para entender cómo trabaja el sérum y por qué es especial y único entre los cosméticos es útil tener algunas nociones de la estructura de la piel y sus características.
La piel está formada por tres capas que se dividen a su vez en subcapas.
La capa exterior es la epidermis, que se compone de 5 capas de células denominadas queratinocitos (porque están compuestas de queratina, como el pelo y las uñas), cada una compuesta por varias capas más.
La más profunda de sus 5 capas es la capa basal, en la que se forman estos queratinocitos que van migrando hacia las capas superiores, hasta alcanzar la externa, la llamada capa córnea (o estrato córneo). Al llegar a esta los queratinocitos pierden su núcleo, es decir, mueren, pero eso no los hace inútiles: muy al contrario, forman una barrera protectora y casi impermeable que defiende no solo a la piel, sino a todo el organismo, de agresiones externas de todo tipo.
Para que te hagas una idea de lo compleja que es la piel, el estrato córneo está compuesto por unas 20 subcapas. ?
En la capa basal se produce asimismo la melanina, responsable de protegernos del sol, de nuestro color de piel y de las alteraciones pigmentarias en el cutis.
La capa córnea es la que nos conecta con el mundo y su salud y estabilidad son fundamentales. Los queratinocitos muertos se conocen como corneocitos y conforman la llamada barrera cutánea, de la que son los ladrillos. El cemento de esta barrera es el manto hidrolipídico (también barrera hidrolipídica), una emulsión producto de la mezcla del sebo cutáneo con el agua y los ácidos del sudor.
Si todo esto te parece un rollo, quédate con estas ideas: la capa córnea y el manto hidrolipídico necesitan estar en perfecto estado de salud y cuando no lo están supone un problema para toda la piel; es imprescindible mantener un pH adecuado, que está entre 4.5 y 6, dependiendo de la zona de la piel y de cada persona.
La segunda capa cutánea es la dermis, que puedes considerar como la fábrica. En ella se producen colágeno y elastina, dos proteínas que conforman una especie de red que da resistencia y elasticidad a la piel.
Tiene menos subcapas que la epidermis pero es más gruesa. Al contrario que en esta, aquí encontramos capilares, así como glándulas sebáceas y sudoríparas; células inmunes, sensoriales y folículos pilosos.
Es la base de la epidermis, con la que está estrechamente conectada y a la que abastece, entre otras cosas, de los nutrientes que no le llegan por falta vasos sanguíneos (de ahí que a veces una lesión cutánea no produzca sangre, porque no ha llegado a la dermis).
Provee también de protección contra los golpes, como lo hace la tercera y última capa, la hipodermis, compuesta en su mayor parte por células adiposas (almacenan grasa), un tipo especial de colágeno y vasos sanguíneos.
Bien, todo esto te lo contamos para que te resulte fácil entender las diferencias entre el sérum y el resto de cosméticos.
El sérum es el único que tiene la capacidad de penetrar hasta las capas más profundas de la dermis y, desde allí, hacer un trabajo de mantenimiento y reestructuración que es necesario, sobre todo cuando hay alteraciones o, simplemente, cuando la piel comienza a acusar el paso del tiempo.
Características del sérum
El sérum es siempre fluido y no graso.
La epidermis, y más concretamente, la capa córnea, es una barrera que protege la piel e impide que agentes externos penetren en ella.
Es, como hemos indicado, prácticamente impermeable, pero muy afín a los elementos de base grasa (lipofílica).
Esto significa que pocas sustancias consiguen traspasar esta barrera, porque las acuosas apenas lo hacen y las grasas normalmente tienen moléculas demasiado grandes como para hacerlo, que es lo que les pasa a las cremas hidratantes.
Los sérums, incluso los de base acuosa, tienen entre sus ingredientes, siempre, emulgentes, es decir, compuestos capaces de compatibilizar y mezclar sustancias grasas con sustancias acuosas.
Además, están hechos con moléculas muy pequeñas, lo suficientemente pequeñas como para sortear la barrera epidérmica y llegar hasta la dermis.
Finalmente, sus ingredientes son muy potentes y están muy concentrados: en realidad en un buen sérum todos los ingredientes son activos, incluso los excipientes, en un grado u otro.
Para que te hagas una idea, los activos de una crema están presentes en un rango de entre el 4% y el 6%, con algunas excepciones en las que llegan a ser el 10% del total de la fórmula; en un sérum están presentes en un 70% de media, pudiendo llegar a más del 85% cuando hablamos de sérums especiales.
Podemos resumirlo diciendo que el sérum es un concentrado de activos poderosos capaz de llegar a las capas ocultas y más profundas de la piel.
Pero no debemos olvidar una de las características más impresionantes de estos fluidos y es que, cuando están bien formulados, cada ingrediente enriquece y aumenta los beneficios de los demás, y no es necesario que tengan muchos.
Capacidades del sérum
Casi sería más fácil enumerar qué no puede hacer un sérum.
Al conocimiento detallado que se tiene hoy en día de la estructura de la piel y de su funcionamiento se une el que se tiene de muchas sustancias y de sus efectos en nuestro organismo, lo que permite que se fabriquen sérums para tratar todo tipo de problema cutáneo… siempre y cuando no entren en la categoría de enfermedades, por supuesto.
Ingredientes perfectos que llegan al lugar idóneo garantizan que se pueda tratar la piel allí donde las alteraciones tienen su origen.
Tratar significa no solo suplir las deficiencias sino, y sobre todo, corregir los sistemas para que funcionen adecuadamente.
Una piel perfecta, con el paso de los años, acusará cada vez más el deterioro como consecuencia de la desaceleración y la pérdida de eficacia de su propio metabolismo (las reacciones químicas que efectúan las células para sintetizar o degradar sustancias).
Las pieles no perfectas (la mayoría) tienen otros problemas añadidos: grasa, sequedad, sensibilidad, deshidratación, fotoenvejecimiento, manchas, marcas, acné, etc.
El sérum puede encargarse de todo esto, mejorando visiblemente la piel, ayudando a equilibrarla y optimizar su funcionamiento.
Tipos de sérum
Compartiendo las peculiaridades del sérum, existen en el mercado otros productos similares pero no iguales y a veces es un verdadero lío saber cuál elegir o para qué sirve cada uno.
Intentaremos poner un poco de luz. ??
Sérums
Son los que utilizamos a diario, a veces mañana y noche, justo antes de la hidratante, para cuidar la piel o tratarla.
Sus efectos son acumulativos y, aunque se pueden notar desde el primer momento, hace falta que pasen varias semanas para que empiecen a modificar los comportamientos cutáneos.
Son concentrados, sí, pero suaves a la vez e incluso cuando se utilizan para un problema concreto, tratan la piel en su conjunto.
Se presentan en envases opacos y oscuros con aplicador o gotero.
Los siguientes productos son, en cierto modo, hijos de los sérums porque se han creado a partir de estos y del mismo concepto (penetrabilidad, potencia y concentración).
Boosters
Una de las últimas incorporaciones al mercado de los derivados del sérum.
Los boosters se han creado para tratar un problema concreto en cada ocasión. Son más concentrados que el sérum y suelen utilizarse añadiendo algunas gotas a otros cosméticos, como el sérum diario o la hidratante.
No es conveniente utilizarlos durante mucho tiempo sin hacer pausas, porque su alta concentración de activos puede llegar a producir irritación y otras reacciones.
Si tienes más de un frente abierto utilízalos de uno en uno, aunque puedes usar uno durante el día y otro por la noche.
Generalmente se presentan en envases como los de los sérums.
Tratamientos de Choque
También más concentrados que los śerums. Su objetivo es solucionar o mejorar un problema en poco tiempo.
Su uso está limitado por su alta concentración de activos y porque, una vez lograda la mejoría, hay que dejar de utilizarlos.
No deben utilizarse durante más de unas pocas semanas (entre dos y cuatro, dependiendo de cada marca) y si necesitas seguir haciéndolo , porque la piel necesita descansar de estímulos que podrían irritarla (son muy potentes).
Dada su alta concentración de activos son más susceptibles a estropearse pronto, así que se presentan en envases monodosis, que pueden ser ampollas, perlas, etc. (parece un detalle tonto, pero te puede ayudar a distinguir unos de otros).
Rratamientos Flash
También más concentrados y potentes, están ideados para, literalmente, cambiar tu cutis instantáneamente y durante unas horas.
Son un recurso maravilloso para lucir un rostro perfecto de forma puntual: ya sabes, esos días en que necesitas verte genial.
No sirven para tratar ningún problema y no eliminan de repente tu acné o las manchas, pero sí consiguen un efecto lifting inmediato, devuelven luminosidad y un aspecto joven y fresco a tu cara y tu cuello.
También se venden en monodosis y no hay que abusar de ellos si no quieres encontrarte con reacciones adversas.
Esencias
No las confundas con las esencias de toda la vida, los aceites esenciales.
Es un tipo de cosmético que llega desde oriente, donde es muy utilizado, pero por estos lares aún no está muy difundido su uso.
Por sus características está entre el tónico y el śerum. Se usa después de la limpieza y antes del sérum para preparar la piel, mejorando la absorción de este último, hidratando y reequilibrando el pH de la piel.
No tratan ningún aspecto concreto y se pueden utilizar a diario, ya que su concentración de activos no es peligrosa en absoluto.
Se presentan en envases únicos, como los de los sérums.
Si te das cuenta, todos giran en torno al sérum, que es, sin duda, el rey. Y con razón.
Cómo elegir un sérum
A la hora de hacerlo el tipo de piel que tengas pasa a un segundo plano: tienes que centrarte en el problema o los problemas que quieras atacar.
Si tienes la piel grasa y con acné, deberás centrarte en el acné. Ten la seguridad de que ningún sérum antiacné empeorará el exceso de sebo, al contrario.
Por descontado que si tu único problema es la grasa, deberás buscar un sérum que regule su producción. Recuerda que no se trata de eliminar un problema sin más, sino de tratarlo en profundidad para corregir el comportamiento de la piel.
Aquí entra el juego otra de las ventajas de los śerums: puedes utilizar varios simultáneamente.
Desde nuestro punto de vista es mejor no hacerlo y, si lo haces, nunca superar dos o tres a la vez si no quieres emborrachar a la piel. Ten en cuenta que un sérum es, en realidad, un cóctel de estímulos y muchos estímulos pueden enloquecer a cualquiera. ?
A lo mejor piensas que tienes tantas cosas que arreglar en tu piel que necesitas todo un comando para hacerlo, pero lo cierto es que hasta los sérums más específicos tienen la habilidad de tratar la piel en varios aspectos. Te sorprenderá lo que puedes mejorar con uno solo.
Una buena alternativa es que te plantees usar dos sérums distintos, uno durante el día y otro durante la noche; o que uses uno y, después de algunos meses, cambies.
Pero como estamos aquí para contarte todo sobre el sérum, si decides usar dos o más juntos, te damos las pautas para hacerlo correctamente: ponte primero el que sea más ligero y deja para el final el más denso.
Si son de texturas parecidas, empieza con el que trate tu problema más acuciante y termina con el que trate lo que menos te preocupe o te urja.
Otra alternativa es que utilices un booster para tu principal preocupación: es más potente, actúa en menos tiempo y puedes añadirlo a tu sérum diario (recuerda no abusar).
Y otra más (¡estamos inspirados! ?): usar un tratamiento flash.
Somos un poco pesados porque, si bien es cierto que muchas veces la piel necesita ayuda, también lo es que necesita lo que podríamos llamar un espacio propio para poder hacer su trabajo con no demasiados estímulos o interferencias.
Se trata de darle el impulso preciso, no de dárselo todo hecho, porque te interesa que siga trabajando lo mejor posible durante mucho tiempo. Abusar del sérum en cualquiera de sus versiones no es una buena idea (ni de ninguna otra cosa, ya puestos).
Los mejores ingredientes
Lo tenemos muy claro: los mejores son siempre los de origen natural. Punto.
La industria cosmética ha creado derivados del petróleo (aceites minerales) y siliconas que parecen hacer maravillas con la piel. La trampa está en lo de «parecer».
Ningún producto no orgánico puede ofrecer a la piel, que es un tejido vivo, verdaderos beneficios. Si tú no comes plásticos y otras lindezas, no se los des a tu piel, porque no le van a servir de nada.
Lo que nos lleva a lo de «natural». Como está de moda y vende, miles de productos se autodenominan naturales, pero eso no significa que lo sean.
Un sérum lleno de hidrocarburos de toda clase no es lo que tu piel necesita, y que lleve uno, dos o más ingredientes naturales no lo convierte en natural ni de lejos.
Estos productos son muy oclusivos y producen lo que podríamos llamar «adición», ya que tu piel estará bien -recuerda, aparentemente- solo si los usas a todas horas todos los días. Es pura cosmética en el peor de los sentidos, porque aunque las sensaciones sean buenas y tu aspecto también, no mejoran la piel desde dentro (no pueden).
Sin contar con que muchos son, además, peligrosos: pueden producir irritaciones, reacciones e incluso toxicidad.
No es lo mismo la glicerina de origen natural (vegetal) que la derivada del petróleo. Puedes verlo claro con la vaselina (que es un derivado del petróleo). Es cierto que resulta útil para evitar que, por ejemplo, el frío, afecte a la piel: una capa de vaselina aísla totalmente del exterior y es muy útil en momentos puntuales, como lo es cualquier tipo de grasa que te apliques.
Pero es un arma de doble filo, porque la piel necesita intercambiar continuamente con el exterior, tiene que poder sudar (lo está haciendo siempre, de forma muy sutil), captar humedad del ambiente, etc. (eso que solemos expresar con la frase «dejar que la piel respire», aunque de una forma literal, por supuesto, la piel no respira).
Entre los ingredientes no aconsejables y potencialmente peligrosos, hay muchos cuyas proporciones están estrictamente reguladas, ya que en cantidades superiores a las permitidas son tóxicos. Pero la regulación afecta a cada producto individualmente y no contempla el llamado «efecto acumulativo»: cuando te aplicas más de un producto con este tipo de ingredientes, estás exponiendo tu piel a una dosis potencialmente peligrosa, porque cada uno suma y entre todos (basta con que sean dos) ya has excedido en mucho el mínimo presuntamente seguro.
Por todo esto es importante aprender a leer la lista de ingredientes de los cosméticos (INCI) y comprobar que lo de «natural» es verdad.
Claro que aquí nos topamos con otro problema: muchos ingredientes comparten el mismo nombre en el INCI y no es posible, solo por la nomenclatura (el nombre) saber si es o no verdaderamente natural. Volvemos a poner el ejemplo de la glicerina (glycerin en el INCI): el nombre nunca da una pista de si es de origen vegetal o no.
Los extractos naturales son fáciles de identificar porque aparecen siempre con su nombre en latín. La cosa se complica con los ingredientes sintéticos.
Que un ingrediente sea sintético no significa necesariamente que no sea de origen natural, sino que no está en su estado natural. Y volvemos a utilizar el ejemplo de la glicerina: cuando es natural se extrae de diversas fuentes vegetales, pero hay que procesarlas para convertirlas en glicerina.
Así que un ingrediente sintético puede o no ser de origen natural. En el INCI aparecerá con su nombre científico en inglés.
Los cosméticos naturales suelen especificar que lo son y no pueden engañar al respecto: un sérum 100% natural tiene que serlo, y si dice que es natural en un 97%, también tiene que serlo (se exponen a multas considerables si mienten).
El INCI refleja la composición de una fórmula por orden de cantidades: los primeros de la lista son los más abundantes y los últimos los menos. Saber esto te sirve para detectar cuándo te venden humo: si el presunto ingrediente estrella está en los últimos puestos es posible que lo pongan para poder publicitarlo, pero que no tenga un efecto real sobre la piel.
Hay excepciones a esta regla: muchos productos son muy efectivos en dosis realmente pequeñas y pueden dejar de serlo a dosis más elevadas. El ácido hialurónico puro no debe estar en más de un 2% y la vitamina C pura nunca en más de un 20% (normalmente se utilizan derivados más estables y menos potentes, perfectos para la piel).
Después de toda esta disertación, vamos con los ingredientes. ?
Los sérums comparten tres tipos de ingredientes con el resto de los productos cosméticos:
- La base o el vehículo. En los sérums es mucho menos abundante que en el resto: lo necesario para dar soporte a los activos y ayudarles a penetrar en la piel. Si tu sérum es de calidad, los productos base también tendrá propiedades beneficiosas para la piel. En el INCI suelen estar en las primeras posiciones y muchos son a la vez vehículos y activos (por ejemplo, el extracto de aloe vera o los aceites vegetales).
- Los activos. Son los ingredientes protagonistas y deben estar en proporciones elevadas pero nunca excesivas, incluso cuando son naturales. Por ejemplo, nunca encontrarás un sérum con más del 2% de ácido hialurónico, simplemente porque no está permitido. El AH es tan potente que a una dosis mayor en vez de hidratar resecaría seriamente la piel. Si lo encuentras en proporciones más altas no te preocupes, porque lo que indicará es que se está utilizando una disolución de AH en agua u otro elemento, nunca ácido hialurónico puro.
- Los excipientes. Son todos los productos que se necesitan para estabilizar y conservar el compuesto, para darle buen olor, un color atractivo, etc. Los de origen natural tienen una vida media bastante más corta, pero no presentan el riesgo que sí tienen los que no lo son. Estos ingredientes suelen ir al final del INCI y están presentes en cantidades realmente pequeñas (por debajo del 1%).
No podemos hacer aquí una lista de ingredientes naturales y sus propiedades, porque sería infinita, pero sí podemos orientarte un poco sobre el tipo de ingredientes que te van mejor según tu piel o el problema que quieras corregir.
Puedes conocer algunos ingredientes y sus propiedades en nuestro artículo Hacer sérum casero fácilmente y de paso, si te atreves, lanzarte a preparar tu propio sérum.
Hay características que deben tener todos los śerums, al margen de para qué estén diseñados.
- Hidratación. Todas las pieles la necesitan y todos los sérums hidratan. Hay ingredientes magníficos para hacerlo, como el ácido hialurónico, los polisacáridos, etc. pero muchos, no siendo básicamente hidratantes, mejoran la capacidad de hidratación del sérum, como la vitamina C.
- Reducción de la inflamación. La mayoría de los ingredientes naturales son antiinflamatorios (hasta el AH lo es) y cuando se unen en un sérum tienen un inmejorable efecto sobre la piel, que está expuesta continuamente a agresiones (desde el sol a los aires acondicionados o la contaminación) frente a las que responde con inflamación (está ahí aunque no la notes).
- Limpieza y/o exfoliación. Si es importante en general, más aún en un producto que va a llegar hasta el fondo de nuestra piel. Muchos ingredientes hacen estas funciones de una forma suave pero constante, ayudando a la renovación celular.
- Desinfección. O lo que es lo mismo, ingredientes con capacidad antimicrobiana, capacidad que poseen también muchos compuestos naturales. Permiten que la piel se mantenga libre de posibles patógenos.
- Antioxidación. Presentes en una gran cantidad de ingredientes de origen natural, aunque no sean concreta y específicamente antioxidantes. Ayudan a la piel a mantenerse joven y sana y combaten los estragos del fotoenvejecimiento, la contaminación, etc. Son los que luchan contra los famosos radicales libres.
- Protección de la barrera cutánea. Ya hemos visto la importancia de mantenerla en buen estado.
- Estimulación y regeneración de los procesos propios de la piel. Podría decirse que un sérum que no es capaz de hacer eso no es muy capaz, ya que es una de sus principales funciones.
La buena noticia es que no te hace falta un ingrediente para cada cosa, ya que la mayoría, por no decir todos (nos referimos siempre a los de origen natural) tienen varias de estas características.
Veamos por encima qué tipo de ingredientes, además de los ya mencionados, están indicados para cada problema.
- Para la piel normal busca un sérum hidratante y antiedad a partir de los 25-30 años.
- Si tienes la piel grasa es fundamental que tu sérum pueda regular la secreción sebácea. Puede contener también elementos astringentes, pero no abuses de ellos: no quieres secar tu rostro sino moderar su grasa. Cuando luchas contra esta lo único que provocas es un efecto rebote. Puedes utilizar aceites vegetales que sean no comedogénicos: te sorprenderán.
- Si tu piel es seca necesitas no solo hidratación sino ingredientes oleosos (que no grasos), calmantes y que incidan en el cuidado de la barrera, porque la sequedad la compromete continuamente.
- Las pieles mixtas necesitan tanto seborreguladores como hidratación e ingredientes delicados, además de antimicrobianos.
- Las pieles muy castigadas por el sol y envejecidas necesitan antioxidantes e hidratación.
- Para un problema de manchas necesitarás ingredientes reguladores de la melatonina, exfoliantes y unificadores del tono.
- El acné necesita seborreguladores, antisépticos, antiinflamatorios y exfoliantes.
Existen ingredientes todoterreno, que verás en sérums de lo más variado, como la vitamina C o el ácido hialurónico. Para no extendernos demasiado te diremos que mejoran cualquier fórmula por sus muchas y magníficas propiedades y son una apuesta segura.
Si quieres saber más te remitimos a estos dos artículos: No puedes prescindir del sérum con vitamina C y Descubre el sérum con ácido hialurónico.
Por último tenemos que mencionar que algunos ingredientes reaccionan con la luz del sol. No tienes que prescindir de ellos, sino usar los sérums que los contengan por la noche. También puedes utilizarlos durante el día con un protector solar de FPS 50+ o superior: solo tienes que recordar renovarlo tantas veces como sea necesario.
Cómo aplicar el sérum para sacarle todo el partido
No es que haya que hacer un máster para ponértelo correctamente, aunque siempre hay quienes dudan sobre en qué orden se aplican los tratamientos diarios, cuál es la mejor forma de hacerlo, etc.
Aquí te vamos a dar unas directrices muy generales pero prácticas. Tienes más información y algunos trucos en Aprende a aplicar el sérum.
Al ser un fluido concentrado no graso, con unas pocas gotas es más que suficiente. Muchos tienen un sistema de bombeo airless en vez de un gotero, en cuyo caso suele bastar con una dosis.
No caigas en la tentación de usar mucha cantidad: no es necesario y lo que la piel no absorba quedará sobre tu cutis en forma de restos algo pringosos que tendrás que retirar (hazlo con un algodón y tónico, con toques, sin frotar).
Es mejor quedarse un poco corto y añadir más si lo necesitas. Comprobarás que cunde mucho.
La primera regla que no debes romper nunca es que se tiene que aplicar sobre la piel muy limpia. El sistema que utilices para limpiar tu piel es indiferente, aunque seguimos apostando por productos naturales, sin duda, ya sea agua y jabón o una batería de limpiadores y tónicos.
El sérum va antes que la crema porque sobre esta no podría penetrar en la piel.
Puedes ponértelo cuando el rostro esté aún un poco húmedo, lo que hará que se absorba mejor.
Como su cometido es penetrar, no hace falta extenderlo y es mejor ponértelo a base de pequeños toques con las yemas de los dedos o presionando suavemente con la mano sobre la cara, desde dentro hacia afuera.
Antes de seguir con la hidratante, de la que no puedes prescindir ( te lo explicamos detalladamente aquí: Conoce las diferencias entre el sérum y la crema hidratante), deja que la piel absorba bien el sérum.
En ocasiones puede que tengas sensaciones de tirantez, hormigueo, calor… son normales y debidas a la concentración y la potencia de los activos. Para asegurarte de que no llegan a ser molestas o indicio de alguna reacción adversa es bueno que hagas una prueba antes de empezar (por ejemplo, detrás de las orejas) y esperes entre 24 y 48 horas.
Verás que se absorbe rápidamente y no deja restos. Ahora es el momento de aplicar la hidratante y seguir con tu rutina diaria, que debería incluir un protector solar todos los días del año.
En cuanto al mejor momento del día para usar el sérum, te aconserjamos hacerlo por la mañana y por la noche, pero si eres de esas personas que no quieren dedicar demasiado tiempo a estos menesteres te recomendamos que dejes para la noche.
¿Por qué? Porque mientras dormimos la piel aprovecha para llevar a cabo todo un reseteo que será más eficaz con la ayuda del sérum.
También puedes utilizar diferentes sérums por la mañana y por la noche, como haces con la hidratante. Esos sí, deja que tu piel descanse de vez en cuando y duerme con la cara lavada y nada más un día a la semana, por ejemplo.
Eso te permitirá notar las mejoras que el sérum está haciendo en tu cutis y le dará la oportunidad de ir asimilándolas sin sobrecargarlo.
Si nunca has probado el sérum, no dejes de hacerlo, porque habrá un antes y un después para tu piel.