Todos deseamos no envejecer, pero como eso parece hoy por hoy imposible, nos conformamos con hacerlo de la mejor manera, es decir, muy despacio y sin que apenas se note… sobre todo en nuestra piel.
Con nuestro ritmo de vida actual, la polución, el contacto con químicos de todo tipo, las comidas poco sanas, el estrés y otros factores, lograrlo puede sonar más a quimera que a una realidad alcanzable.
Aquí es donde intervienen esos ingredientes maravillosos que realmente pueden retrasar los efectos del tiempo e incluso, en ocasiones, revertirlos: los -famosos- antioxidantes.
Para entender por qué los necesitamos y qué pueden hacer por la salud de nuestra piel, hay que entender antes…
Contenido de la entrada
¿Qué es la oxidación?
Es una reacción química que se da en las células cuando estas entran en contacto con elementos que se conocen bajo el nombre genérico de radicales libres.
Volvamos un poco a los conceptos básicos de química.
Llamamos radical a un átomo o a una molécula que tiene un electrón no apareado, sin pareja (viudo, si eso te sirve para recordar mejor el concepto).
Nuestros cuerpos producen radicales libres que son inestables y no cargados. Carecen de un electrón para formar un enlace, lo que a su vez los lleva a afectar las células sanas más próximas, quitando un electrón a una de ellas para estabilizarse y dejándola a su vez inestable, por lo que esta última repetirá el proceso.
La oxidación es, pues, un fenómeno en cadena. Por eso los oxidantes son tan perjudiciales, ya que si solo afectaran a algunas células sin más, el propio organismo podría controlarla fácilmente.
La oxidación es, desde luego, un proceso natural y necesario, que interviene en la renovación celular y otros fenómenos metabólicos fundamentales. Pero cuando hay más de la que el organismo puede gestionar con normalidad se produce el llamado estrés oxidativo: el cuerpo, literalmente, no da más de sí, se ve superado y las células empiezan a fallar, a «estropearse», a oxidarse (no como los metales, pero sí como ellos: la oxidación puede llegar a ser demoledora).
La piel es un tejido altamente metabólico que posee la mayor superficie corporal y sirve como capa protectora para los órganos internos y es un importante candidato a y objetivo del estrés oxidativo.
Está diseñada para brindar protección tanto física como bioquímica, y está equipada con una gran cantidad de mecanismos de defensa., pero a su vez está expuesta a una gran variedad de especies dañinas que provienen del exterior, de la misma piel y de diversas fuentes endógenas (que tienen su origen en el organismo).
La estructura de la piel es bastante compleja: está compuesta por múltiples estratos y subestratos, cada uno de los cuales desempeña un papel específico y realiza diferentes funciones.
Cada capa está equipada con su propio arsenal de moléculas de defensa, y los distintos sistemas se diferencian entre sí en función de la susceptibilidad de la capa al estrés oxidativo y de su cometido concreto.
Una de las principales y más importantes contribuciones al envejecimiento, los trastornos y las enfermedades de la piel resulta de las especies reactivas de oxígeno (ROS).
Debido a que en la piel hay muchos posibles objetivos para los radicales libres, esta es muy sensible a tales reacciones: es rica en lípidos, proteínas y ADN, todos los cuales son extremadamente susceptibles al proceso de oxidación.
Los antioxidantes neutralizan estas especies reactivas de oxígeno, evitando así el daño oxidativo a las células y tejidos, y lo hacen cediendo un electrón propio, con lo que evitan que este le sea robado a nuestras células y que se inicie la reacción en cadena. Digamos que salen a la caza de los «desequilibrados» antes de que puedan comenzar a dañar nuestras células.
¿Cuánto estrés supone el estrés oxidativo? Si estrés es sinónimo de tensión, cansancio y agotamiento, todo eso y más es lo que la oxidación provoca en la piel y que se traduce en todas las señales que odiamos: arrugas, pérdida de firmeza y luminosidad, aspecto mate, manchas y marcas, etc.
Al «engancharse» a las células sanas, los radicales libres las «estropean», dando lugar a macromoléculas dañadas que el cuerpo no puede reparar ni eliminar y que pueden, incluso, acelerar la muerte celular.
Resumiendo: el envejecimiento se produce cuando se acumulan ese tipo de moléculas dañadas y hay un desgaste tanto en los mecanismos de regeneración como en los de eliminación.
La necesidad de un sérum antioxidante
La oxidación se da en todo nuestro organismo, pero la piel es el órgano más expuesto a ella y lo está en todas sus capas: solo un producto capaz de llegar a cada una de ellas podría ofrecer resultados y protección contra los radicales libres.
Ese producto es el sérum, que penetra en la piel sin problemas y alcanza las capas más profundas, en las que la oxidación tiene consecuencias nefastas en las células, los lípidos y todos y cada uno de los mecanismos que hacen que el cutis esté sano y pueda mantenerse joven durante un largo tiempo.
Hecho con ingredientes intensos y concentrados, puede combinar varios antioxidantes para conseguir una autentica bomba contra los radicales libres.
Como vamos a ver, los antioxidantes en ocasiones pueden revertir parcialmente el daño oxidativo, pero su principal labor, la que realizan óptimamente, es prevenirlo y evitarlo.
Esto significa que debes utilizar el sérum antioxidante antes de empezar a ver los estragos de la oxidación en tu piel: no hacerlo es absurdo, porque no hay verdadero cuidado cutáneo sin este tipo de ingredientes.
Debes aplicártelo a diario, mejor de día y de noche (evitando durante el día los ingredientes fotosensibles o fotosensibilizadores), después de limpiar tu piel a fondo, con toques o presionando suavemente sobre tu rostro con las manos. Es mejor no extenderlo mucho para evitar zonas saturadas y otras desatendidas (Aprende a aplicar el sérum).
Aunque penetra rápidamente, es preferible, si tienes tiempo, dejar pasar unos minutos (entre 5 y 10) antes de ponerte la imprescindible crema hidratante.
Verás todo lo que van a hacer por tu piel a continuación.
Beneficios de los sérums antioxidantes
Está claro que los antioxidantes pueden frenar el envejecimiento cutáneo y hasta revertirlo, dependiendo de su origen, el estado general de la piel, la edad y otros factores.
En consecuencia, desaparecen las arrugas, se retrasa su formación, la piel está más tersa, con más cuerpo y luminosa.
También está claro que el sérum es el único vehículo que puede llevar todas las ventajas de los antioxidantes a todas las capas de la piel, ya que la oxidación afecta a las células cutáneas en todos los estratos.
Los beneficios del sérum antioxidante, como te vamos a demostrar, llegan mucho más lejos que los de ser un freno al envejecimiento o el fotoenvejecimento y abarcan el cuidado de la piel en múltiples aspectos.
El sérum antioxidante mejora la piel con acné
El estrés oxidativo ocasiona inflamación en la piel y provoca brotes de acné.
Al reducir el estrés oxidativo, estos ingredientes minimizan o eliminan la inflamación y el acné. Son unos excelentes ingredientes antiinflamatorios.
El sérum antioxidante previene y cura las quemaduras solares
De entrada, gracias a su poder antiinflamatorio y calmante: la inflamación es una reacción inmediata y omnipresente cuando hay sobreexposición al sol y que siempre aparece cuando nos quemamos, e incluso cuando nos parece que no nos quemamos.
El daño solar no se nota necesariamente en el momento de producirse, pero es acumulativo y profundo.
Pero, además, como hemos visto, son una protección activa y real contra los rayos infrarrojos y sus consecuencias.
Sérum antioxidante para aclarar la piel
El exceso de sol excita la producción de melanina, que es una de las formas en las que la piel se defiende de la agresión.
La protección de los antioxidantes no solo rebaja el riesgo de que las manchas aparezcan, sino que retrasa la degradación de la producción de melanina y, combinados con otros ingredientes, pueden ayudar a revertir las manchas (por el mecanismo de renovación celular que ya hemos visto).
La acción de los antioxidantes da a la piel el tiempo y el espacio que necesita para autorepararse y regenerarse, impulsando también estos comportamientos.
El sérum antioxidante refuerza las defensas de la piel
Tanto en la epidermis como, en mayor cantidad, en la dermis, nuestra piel cuenta con una batería de células inmunes cuyo buen estado es vital y que también se ven afectadas por la oxidación y, en consecuencia, beneficiadas por los antioxidantes.
La importancia de estas células es vital, ya que conectan directamente con el sistema autoinmune y, cuando funcionan bien, son las que se ocupan de avisar de cualquier infección o problema que puede implicar a la piel, a otros órganos o a todo el cuerpo.
Sérums antioxidantes y el sol
El sol es la principal fuente de oxidación cutánea y merece un capítulo propio cuando hablamos de antioxidantes.
Otras fuentes importantes son la contaminación, el tabaco, los alimentos procesados, los azúcares, las pantallas (de TV o de cualquier dispositivo), la falta de sueño, las enfermedades o el estrés.
Hasta hace ya algunos años se consideraba que eran los rayos ultravioleta (rayos UV) los causantes de este daño, pero en 2008 un estudio descubrió que también la radiación infrarroja (la que notas en forma de calor) oxida la piel y acelera el envejecimiento.
¿Cuál es el problema? Pues que no existe ningún protector solar que nos defienda de este tipo de radiación. Los de amplio espectro, que son los que debes buscar siempre, protegen de los rayos UVA y UVB, pero nada más.
La buena noticia es que los antioxidantes SÍ parecen ser capaces de evitar, al menos en parte, este tipo concreto de daño solar.
Hay que hacer un par de puntualizaciones:
- Es condición sine qua non que los antioxidantes penetren en la piel.
- La protección no es superior un índice (FPS) 8… ¡que puede durar varios días! (a diferencia de los protectores solares).
Traducido al cuidado diario de la piel estamos diciendo que hace falta utilizar un sérum antioxidante a diario, que junto con un protector solar suponen una combinación perfecta para afrontar el daño solar.
Si quieres saber cuáles son, a nuestro juicio, los mejores, puedes verlos en Los mejores sérums antioxidantes para la piel.
Los mejores ingredientes para los sérums antioxidantes
Hay una infinita variedad de ingredientes que tienen una mayor o menor capacidad antioxidante, pero nos interesan aquellos que, por su potencia, concentrados en un sérum harán verdaderos cambios en el comportamiento de nuestra piel y en su aspecto, ya que son capaces hasta de revertir el daño oxidativo ya instaurado.
Vitamina A
También conocida como retinol y sus derivados como retinoides.
Suaviza las líneas finas, rellena las arrugas, alisa las imperfecciones y las zonas secas o ásperas, ilumina la piel, atenúa las cicatrices y las marcas oscuras, reduce drásticamente el acné (incluso el acné quístico hormonal) y estimula la síntesis de colágeno, incrementando la firmeza cutánea.
Es tan potente que en estado puro solo puede ser manejada, ya sea con fines cosméticos o médicos, por profesionales cualificados.
Al ser uno de los antioxidantes más fuertes tiene un marcado impacto en los signos visibles del envejecimiento, con efectos tanto inmediatos como a medio y largo plazo. Para obtener lo mejor de este ingrediente debes utilizarlo durante un mínimo de entre 3 y 6 meses.
Dado que reacciona con la luz solar, los sérums con retinol o retinoides deben utilizarse por la noche exclusivamente: aunque hay derivados seguros en este sentido, por prevención es mejor usar siempre un buen protector solar (de amplio espectro) si te los vas a aplicar durante el día (lo que no te aconsejamos).
Esa es una de las razones por las que es menos popular que la vitamina C, que además sí protege del sol.
Puedes alternar su uso con otro tipo de sérum durante el día, pero ten cuidado con los que cotengan vitamina C porque combinar ambas, incluso con horas de diferencia, puede irritar las pieles sensibles o reactivas.
Sigue las indicaciones de cada producto: muchos son para usar una o dos veces por semana y hacerlo con más frecuencia provoca reacciones. Si estas aparecen y dependiendo de su intensidad, reduce la frecuencia, cambia de fórmula o déjalo completamente.
Ante cualquier duda o cualquier problema, consulta con tu médico o dermatólogo.
Vitamina B3
Conocida como niacinamida, es un verdadero refuerzo de la barrera cutánea y un excelente apoyo para pieles sensibles o con problemas como el acné o la rosácea.
Es antiinflamatoria, hidratante, mejora el rendimiento de otros antioxidantes, aclara las manchas y reduce las líneas y arrugas.
Vitamina C
Otro poderosísimo antioxidante que responde asimismo al nombre de ácido ascórbico o L-ascórbico. Sus derivados se reconocen por tener la raíz ascorb- en su nomenclatura.
Sus propiedades y beneficios son muchísimos, pero tiene el inconveniente de ser muy inestable en su forma pura, por lo que se suelen utilizar derivados, muchos de los cuales son igualmente eficaces y estables.
Mejora la síntesis del colágeno, aclara la piel, es hidratante, suavizante, antiinflamatoria, exfoliante, antiséptica… e ilumina la tez como ningún otro ingrediente es capaz de hacerlo.
Vitamina E
O tocoferol y derivados (con la raíz tocopher- en su nomenclatura).
Una de las vitaminas oleosas, es antioxidante y uno de los mejores conservantes naturales que aporta estabilidad a la vitamina C (y más en combinación con el ácido ferúlico).
Hace un poco de todo sin ser fuerte ni agresiva: es antiinflamatoria, suavizante, nutriente, curativa e hidratante, fortalece la barrera cutánea y las defensas contra el sol.
En un sérum sus efectos mejoran con y a otros antioxidantes como el ácido ascórbico.
En muchísimos sueros podrás ver esta vitamina hacia los puestos finales de la lista de ingredientes (INCI). Entonces su función es meramente la de conservante: no va a dañar la piel pero, desde luego, no va a tener ningún papel ciertamente relevante más que como excipiente.
Ácido hialurónico
Conocido por sus mágicas propiedades hidratantes, suelen obviarse muchas otras que le caracterizan, entre ellas que es un antioxidante que llega hasta el final de la epidermis (cuando está formulado con bajo peso molecular).
Multiplica sus beneficios cuando actúa con otros, como la vitamina C o la E, con los que suele estar formulado en una gran cantidad de sérums, y es antiinflamatorio, curativo y antimanchas.
Glutatión
Uno de los antioxidantes que nuestro organismo produce y que se ha descubierto casi como un superantioxidante.
Es altamente desintoxicante, equilibra el sistema autoinmune, parece frenar la producción de melanina, ya que aclara la piel, es antiinflamatorio y trabaja muy bien si acompaña a otros como las vitaminas C y E.
Aunque ya hay sérums que lo incorporan, no es el ingrediente más común, quizá por el magnífico resultado que ofrecen otras combinaciones.
Té verde
El extracto de té verde es rico en polifenoles vegetales que mejoran la inmunidad, combaten los radicales libres, aceleran la cicatrización, son antiinflamatorios y calmantes.
Se incorpora, en mayor o menor medida, en bastantes sérums y su acción se ve impulsada en presencia de otros antioxidantes.
Resveratrol
Un gran antioxidante, antibacteriano, antiinflamatorio y regenerador cutáneo.
Se encuentra en las uvas y varias bayas, pero para que sus efectos se noten en la piel es necesario, como ocurre con el té verde, que esté concentrado en un suero.
Licopeno
Pertenece a la familia de los carotenos y es el que aporta el intenso color rojo a frutas y verduras como los tomates o la sandía (pero no está presente en todos los vegetales rojos).
Siendo un magnífico antioxidante, calma la inflamación, recupera las pieles sensibles, con acné, psoriasis, etc., aclara las manchas y estimula la síntesis del colágeno.
Curcumina
Un antioxidante menos conocido que, evidentemente, abunda en la cúrcuma, con un poderoso efecto antiinflamatorio, curativo y antimicrobiano.
Aunque algunos sérums utilizan ingredientes de la familia de los curcuminoides, no es muy común porque existen muchos otros ingredientes cosméticos que tienen capacidades muy semejantes o incluso mejores.
¿Qué sérum antioxidante elegir?
Un sérum bien formulado no necesita de una infinita variedad de ingredientes y a veces el exceso de los mismos puede indicar que no están en proporciones demasiado significativas.
Es fácil comprobarlo en la composición de muchos sérums que solo incorporan vitamina C, lo que es más que suficiente para garantizar una protección antioxidante: no en balde es el más utilizado.
Puedes utilizar un sérum que contenga varios o, como ya te hemos sugerido, usar diferentes sérums de día y de noche, o incluso en distintas épocas del año.
Hay matices que igual te ayudan, así que ahí van:
- La vitamina A es perfecta si quieres hacer hincapié en el tratamiento antiedad.
- La vitamina B3 protege especialmente el efecto barrera de la piel.
- La vitamina C devuelve luminosidad y un aspecto mucho más vital al cutis.
- La vitamina E es un gran fotoprotector.
- El ácido hialurónico no tiene rival a la hora de hidratar (¡de una vez por todas!).
- El glutatión aclara la piel como ningún otro, pero hay que usarlo con mesura porque el abuso puede suponer riesgos innecesarios.
- El té verde tiene extraordinarias capacidades calmantes.
- El resveratrol es reafirmante.
- El licopeno es regenerador.
- La curcumina reduce y previene la inflamación.
Todos ellos comparten características en mayor o menor medida, y cuando se alían forman sérums asombrosos, así que elige sin miedo según tus necesidades o preferencias.
Una apuesta siempre segura por sus resultados es la combinación de vitamina C y ácido hialurónico: juntos consiguen transformar la piel y devolverle el esplendor perdido, razón por la que los encontrarás en muchos de los mejores sérums. ¿Por qué no apostar por el caballo ganador?
Puedes permitirte el lujo de probar varios hasta encontrar tu sérum antioxidante perfecto.
Un recordatorio: empieza antes de que la oxidación comience a darte problemas y estos asomen a tu piel.