Si no conoces todavía los sérums o no sabes exactamente por qué son imprescindibles para el cuidado profundo de la piel, por qué marcan un antes y un después en la cosmética, te lo vamos a contar por encima (en Todo sobre el sérum ampliamos mucho más la información sobre este producto casi mágico).
¡Si ya los conoces estarás deseando ponerte manos a la obra!
Y si al final no te decides, aquí te dejamos nuestra selección de los mejores sérums para pieles grasas.
Contenido de la entrada
Sérum: qué es y por qué lo necesitas
El sérum es un tratamiento facial destinado a corregir toda clase de problema en cualquier tipo de piel.
Se caracteriza por contener activos potentes y mucho más concentrados que el cualquier otro cosmético y por su capacidad de penetración en la piel, lo que les permite acceder a los centros de control y realizar cambios y correcciones. El resultado es que consiguen modificar los comportamientos cutáneos y revertir, estimular o ralentizar algunos procesos.
Sus pequeñas moléculas no encuentran dificultad a la hora de superar la barrera epidérmica y sus ingredientes altamente compatibles con la piel (o así deberían ser) llegan al origen de los problemas.
Se podría decir que son el eslabón entre la cosmética cotidiana y los tratamientos de medicina estética, máxime cuando mucha de la información y los conocimientos adquiridos a través de esta última se han ido incorporando a su fabricación.
Aunque la mayoría de los que existen en el mercado son de base acuosa, también pueden ser de base oleosa. En cualquier caso, son no grasos siempre (las moléculas grasas son incapaces, por su tamaño, de traspasar la barrea cutánea), ligeros, penetran rápida y fácilmente y no dejan residuos (a no ser que te pongas demasiado producto y la piel no pueda absorberlo todo).
En cada aplicación se usa muy poco producto por lo que cunden mucho.
Razones para usar sérum cuando tu piel es grasa
- Están formulados para tratar problemas específicos de la piel y pueden tratar varios: un buen sérum, con una composición acertada y equilibrada, además de mejorar algún problema concreto dará un nuevo impulso a tu cutis en todos los aspectos. Es la herramienta perfecta para conseguir, de una vez, que tu piel deje de producir un exceso de sebo; acabará con el acné o conseguirá reducir tanto el número de brotes como su intensidad; eliminará los brillos haciendo que tengas un aspecto luminoso y sano; limpiará tus poros y evitará que vuelvan a ensuciarse, infectarse y dilatarse; reducirá la inflamación, la sensibilidad, la aparición de marcas, manchas, etc.
- Ningún suero, por muchos aceites que contenga, engrasará más tu piel, ya que los aceites comedogénicos no se usan (excepto en muy contadas ocasiones, para pieles muy muy resecas y/o sensibles y solo mientras comienzan a recuperarse).
- Aunque tu piel grasa envejece más lentamente, el uso del sérum retrasará este proceso, ya que normalmente cuentan, en mayor o menor medida, con ingredientes antioxidantes, regeneradores, estimulantes, etc.
- Hidrata la piel a conciencia gracias a ingredientes como el ácido hialurónico y la vitamina C, entre otros, actuando en todas las capas. Muchas pieles grasas están tan maltratadas por tratamientos erróneos que, pese al exceso de sebo tienen una importante carencia de hidratación y humectación. Las cremas no pueden hacer eso (aquí te explicamos por qué).
- Lo más importante, con los ingredientes adecuados tu piel grasa encontrará el equilibrio. Hay muchos compuestos que regulan la secreción sebácea sin ser agresivos, como sí lo son los astringentes fuertes. El sérum es el vehículo ideal para llevarlos hasta la dermis e ir cambiando su tendencia (más en Piel mixta y sérum, la pareja perfecta).
Hacer sérum casero
Ya sea porque hoy en día, gracias a Internet, es fácil conseguir casi cualquier ingrediente y la toda la información necesaria; porque hacer sérum casero es más barato; porque te permite un control total sobre lo que te llevas a la cara o por afán de investigar y probar cosas nuevas, lo cierto es que hacer los propios cosméticos es una tendencia que no para de crecer.
Puede ser realmente fácil y lo puedes complicar tanto como desees. Eso sí, según lo vayas complicando necesitarás más conocimientos específicos, equipamiento más sofisticado y más caro.
Para las recetas que vamos a proponerte tienes que conseguir el siguiente material:
- Materias primas de calidad: no es necesario hacer un gran desembolso, pero desconfía de los ingredientes excesivamente baratos, porque es muy posible que no sean lo que dicen ser.
- Un frasco en el que envasar tu suero casero. Tiene que ser de material de calidad, oscuro u opaco. No utilices nunca envases de plástico blando. El tamaño dependerá de la receta que elijas, porque las acuosas duran menos, así que deberías hacerlas en poca cantidad (para no más de un mes).
- Hazte con un dispensador de bombeo y sistema airless. Puedes usar un gotero, pero no aislará tu sérum del exterior con las mismas garantías.
- Un medidor de líquidos preciso y fiable.
- Un gotero de cristal.
- Una varilla mezcladora de cristal o acero inoxidable.
- Un bol, cuenco o taza.
- Guantes desechables.
- Una cuchara medidora de acero inoxidable.
- Un peso de precisión.
- Etiquetas autoadhesivas: Pon la fecha de adquisición a todos los ingredientes y pon fecha de facturación a cada sérum que hagas.
El material que necesites dependerá de la receta o recetas que decidas hacer, así que repásalas antes de comprarlo para evitar gastar dinero sin necesidad.
Asegúrate de que limpiar y secar muy bien el material que vas a utilizar y que no queden restos de jabón.
Sigue las indicaciones tal y como aparecen en las recetas. Te ofrecemos fórmulas probadas y efectivas. No cambies las proporciones porque puedes conseguir resultados inesperados: hay esencias que son irritantes, el ácido hialurónico y la vitamina C pueden tener efectos contrarios a los buscados cuando se usa demasiada cantidad, etc.
Guarda los ingredientes que no utilices, tu suero y el material para realizarlo en un sitio seguro, lejos del alcance de los niños, oscuro, fresco y seco.
Un recordatorio: antes de ponerte el sérum asegúrate de que tu piel está realmente limpia. En nuestro post Aprende a aplicar el sérum tienes más información y algunos trucos para sacarle todo el partido a tus sérums.
Suero de aceites esenciales para pieles grasas
Los aceites vegetales que usamos en esta receta, el aceite de jojoba y el aceite de semilla de uva, son no comedogénicos, penetran muy bien, ayudando al resto de ingredientes a hacerlo y son totalmente biocompatibles (el de jojoba es el más parecido al sebo cutáneo), así que son perfectos para las pieles grasas.
En cuanto a los aceites esenciales (de ciprés, menta y romero) forman un trío antiséptico ideal, que reducirá los brotes de acné y limpiará tus poros mientras mejora visiblemente el aspecto de tu cutis. El de ciprés es, además, un gran seborregulador y todos ellos tienen propiedades antiinflamatorias y calmantes.
Ingredientes:
- 25 ml de aceite de jojoba.
- 25 ml de aceite de semilla de uva.
- 13 gotas de aceite esencial de ciprés.
- 6 gotas de aceite esencial de menta.
- 6 gotas de aceite esencial de romero.
- Un frasco con capacidad para 60 ml y aplicador airless (mejor que un gotero).
Instrucciones:
Pon todos los ingredientes en el frasco que hayas elegido, ciérralo bien y agítalo hasta mezclar completamente los portadores y los aceites esenciales.
Uso:
Agita el frasco y aplica una gota del suero en la frente, la barbilla y las mejillas después del tónico, o ponte de tres a cinco gotas en la mano o bien toma una dosis del dispensador de bombeo.
Masajea suavemente para ayudar a que la piel absorba los aceites.
Cuando la piel haya absorbido el sérum completamente puedes ponerte la hidratante.
Sérum casero para pieles grasas y/o propensas al acné
Encontrarás este sérum perfecto para ti si tu piel es grasa con tendencia a brotes de acné, porque regulará la producción de sebo y reducirá mucho la frecuencia de los brotes.
El aceite esencial del árbol del té es un gran antiséptico que no solo reduce espinillas y granos, sino que evita que sigan saliendo. Además, protege la piel y la pone más tersa y suave.
El gel de aloe vera en esta receta actúa como calmante, refresca la piel, ayuda a minimizar los poros dilatados, es antiinflamatorio, cura, cicatriza, es antiséptico e hidratante.
El hidrosol de rosas hidrata la piel, la cuida con suavidad, calma, regenera y es astringente de una forma muy amable.
Ingredientes:
- 50 ml de gel de aloe vera (natural 100% o bien casero, si tienes alguna planta a mano).
- 15 ml de agua de rosas.
- 3 gotas de aceite del árbol del té.
- Un frasco de 75 ml.
Instrucciones:
Mezcla bien, en un bol o una taza pequeña, el aloe vera y el agua de rosas y a renglón seguido agrega el aceite del árbol del té y sigue mezclando hasta tener un sérum homogéneo.
Pon la mezcla su envase.
Como no tiene conservantes y es de base acuosa, no durará más de unas semanas (tres, puede que cuatro), así que no hagas demasiada cantidad. Si lo guardas en la nevera estará mejor preservado y puede durar algo más de tiempo.
En cuanto cambie de aspecto o tenga un olor extraño, deséchalo.
Uso:
Sigue los pasos indicados en la anterior receta.
Sérum de ácido hialurónico
El ácido hialurónico es conocido por sus magníficas propiedades hidratantes, que ayudan a eliminar arrugas y mantener la piel tersa y suave. Lo que muchas personas no saben es que también regula la producción de grasa y evita que la piel grasa presente los típicos y antiestéticos brillos, regenera, cicatriza, mejora el colágeno, aclara las manchas y suaviza las cicatrices (en Descubre el sérum con ácido hialurónico tienes todo sobre este ingrediente).
Este suero proporciona una barrera realmente firme contra los factores ambientales, logrando que la piel se mantenga fresca y limpia.
Ingredientes:
- 25 ml de agua destilada o hidrosol de rosas (puedes usar otro hidrosol).
- 1/2 gr de ácido hialurónico en polvo.
- El envase para guardarlo.
Instrucciones:
Si el agua está fría, mejor. Puedes guardarla en la nevera y ponerla en el congelador un rato antes de preparar el suero, pero vigila que no se congele.
Pon el ácido hialurónico y el agua en el envase de tu sérum, cierra y agítalo bien. De entrada puede parecerte que no se mezclan del todo, o que quedan grumos. No te preocupes, es solo que el AH necesita varias horas para absorber el agua (hidratarse).
Una vez preparado guárdalo en el frigorífico, donde terminará de mezclarse bien y se convertirá en un sustancia gelatinosa. Es normal.
Uso:
Puedes usarlo solo o bien mezclándolo, en el momento de aplicarlo, con alguno de los otros de los que te proponemos o incluso con cualquier sérum que utilices.
No te aconsejamos que los mezcles en un mismo envase porque el de ácido hialurónico, al no llevar conservantes, tiene una vida corta, de dos o tres semanas (guárdalo siempre en el frigorífico), razón por la que te proponemos hacer tan poca cantidad.
Si lo usas solo, ponte varias gotas en la mano o sobre el rostro y extiéndelo sin frotar, a base de toques con las yemas de los dedos.
Si lo mezclas, agrega dos o tres gotas al otro sérum, mézclalos en la palma de tu mano y aplícalo como te acabamos de indicar.
Por último, si quieres probar a juntarlo con otro sérum en un mismo envase, tendrás que agitarlo muy bien cada vez que vayas a ponértelo, para conseguir un fluido homogéneo, sobre todo si el otro sérum es oleoso, porque tendrás un sérum bifásico (con una fase oleosa y otra acuosa pero sin un emulgente que los mantenga unidos permanentemente). Los sérums bifásicos existen y funcionan muy bien pero con la condición de que mezcles bien las dos fases antes de cada aplicación.
En este caso te aconsejamos hacer poca cantidad de cada uno para evitar desperdiciar materiales, o bien investigar por tu cuenta la posibilidad de añadir algún conservante natural indicado para el tipo de sérum que hayas elegido hacer (no basta con añadir cualquier conservante y, además, debes saber la cantidad necesaria y no excederla).
Otra forma de combinarlos es hacerlo por capas, poniéndote uno primero (siempre el más ligero, el más fluido), esperando a que la piel lo absorba del todo y aplicándote el segundo entonces. Cuando haya penetrado del todo puede seguir con tu rutina diaria.
Sérum de vitamina C con glicerina
La glicerina es perfecta para este sérum por sus propiedades humectantes e hidratantes, que se suman a las calmantes, antiinflamatorias y antiacné. Alisa la piel, acelera la curación y cicatrización.
La vitamina C funciona de maravilla para la piel grasa debido a su gran poder antioxidante; es hidratante, antimanchas, antiarrugas, estimula la síntesis del colágeno, exfolia con suavidad, limpia los poros, es antiséptica, protege de los rayos UV e ilumina el cutis, devolviéndole frescura.
Ingredientes:
- Glicerina vegetal (la «otra» glicerina es un derivado del petróleo que no te aconsejamos bajo ningún concepto).
- Agua destilada o el hidrosol que prefieras.
- Vitamina C en polvo.
- Un frasco.
Instrucciones:
Pon en un bol o un tazón la misma cantidad de los glicerina y de agua o hidrosol y un 10% del total de esos dos ingredientes de vitamina C (si pones 30 ml de líquido, tendrás que poner 3 gr).
Haz una cantidad pequeña de sérum cada vez porque la vitamina C sin conservantes y antioxidantes tiene una vida útil corta. No te preocupes por eso, porque si se degrada lo notarás enseguida, ya que cambia de color y se va haciendo más oscura (se oxida). No es peligrosa, pero sí pierde efectividad y puede dar un cierto tono a tu piel. Si esto ocurre no te preocupes, ya que desaparecerá a los pocos días. Eso sí, no te expongas al sol.
Para proteger mejor este sérum, guárdalo en un frasco opaco y aplícalo con bomba airless en vez de con gotero, así conseguirás que esté en contacto con el aire y la luz lo menos posible.
Mezcla los ingredientes, ponlos en su frasco, ciérralo bien y agítalo.
De forma paulatina puedes ir aumentando la cantidad de vitamina C hasta un 20%, pero nunca más. Por encima de esta proporción se vuelve irritante y deja de tener beneficios para la piel.
Uso:
Agítalo cada vez que lo utilices.
Pon en tu mano una dosis del suero y distribúyelo por tu rostro con toques de las yemas de los dedos, desde dentro hacia afuera, evitando el contorno de los ojos.
Cuando haya penetrado del todo, sigue con tu rutina diaria.
Si notas algo de calor, escozor leve, etc. tienes que saber que es normal, pero si la reacción es fuerte tendrás que rebajar la cantidad de vitamina C e ir aumentándola progresivamente y muy despacio.
Este sérum puedes usarlo como el de AH, mezclándolo con otro, usándolo en combinación por capas, etc.
Las recomendaciones son las mismas: mejor añadir unas gotas del sérum de vitamina C a otro sérum en cada aplicación. Incluso puedes mezclarlo con el de ácido hialurónico, ya que juntos hacen una combinación perfecta para la piel.
Sérum facial hidratante
El aceite de cáñamo va muy bien para tratar las pieles grasas porque es muy hidratante y no comedogénico. Equilibra y regula la producción de sebo y es capaz, además, de reducir el acné y la frecuencia de los brotes. Es calmante y antiinflamatorio.
El aceite de onagra es rico en ácidos grasos, hidratante, antiinflamatorio, calmante, hidratante, protector y regenerador de la barrera cutánea.
El aceite de limón es astringente, desinfectante, curativo, hidratante, rico en vitaminas, antioxidante y elimina manchas y marcas.
Tendrás un suero muy hidratante que irá regulando el sebo de tu piel y devolviéndole su brillo natural.
Ingredientes:
- Aceite vegetal de onagra.
- Aceite vegetal de semilla de cáñamo.
- Aceite de limón.
Instrucciones:
Pon en tu frasco la misma cantidad de cada uno de los aceites, ciérralo bien y agítalos hasta tener una mezcla homogénea.
Al estar hecho con aceites te durará más que los de base acuosa, así que puedes hacer más cantidad, pero te aconsejamos que no hagas demasiado.
Los aceites también caducan. Dependiendo del aceite que sea y de su calidad, tienen una vida media de entre 2 y hasta 4 años. Si se degradan lo notarás porque empiezan a tener un olor rancio y desagradable, pero no son peligrosos.
Uso:
Agítalo antes de cada uso: aunque los sérums hechos con aceites o con aceites y esencias son muy estables, no está de más agitarlo un poco cada vez que lo vayas a utilizar.
Al ser un sérum oleoso puedes aplicarlo con un suave masaje hasta que la piel lo absorba por completo y luego seguir con la hidratante.
Este sérum te durará varios meses.
Sobre los cosméticos caseros y su elaboración
Permítenos darte algunas orientaciones generales que pueden resultarte muy útiles a la hora de ponerte a fabricar tus propios cosméticos.
Realizar productos para el cuidado de la piel es una tradición muy antigua que comparten todas las culturas del mundo y durante siglos las recetas se fueron transmitiendo de padres a hijos por generaciones. Incluso en Europa se ha estado haciendo hasta el siglo pasado.
El objetivo es que conozcas los pasos más importantes y lo que tienes que tener en cuenta para lograr los mejores resultados, evitar desperdiciar tus ingredientes y tener la certeza de que tus cosméticos son seguros.
Solo ingredientes naturales
La lista de las ventajas de estos ingredientes es enorme frente a la lista de los inconvenientes de los derivados del petróleo (aceites minerales), siliconas y excipientes (ingredientes que se añaden para asegurar y estabilizar las fórmulas).
No existe un solo activo de origen natural que realice una única función, todos son versátiles y, al margen de lo que podríamos llamar su especialidad, aportan y comparten muchas propiedades, como la de reducir la inflamación, hidratar y/o humectar, regenerar, etc.
Hemos podido verlo con el ácido hialurónico, que se usa como el gran hidratante que es, pero cuyos beneficios van mucho más allá y abarcan varios aspectos sustanciales para el bienestar, la salud y la regeneración cutáneas.
Por el contrario, los ingredientes sintéticos ofrecen como primera y principal ventaja su bajo coste. El resto de beneficios son meramente cosméticos, es decir, aportan una apariencia y sensaciones agradables sin proporcionar elementos que mejoren la piel.
Más bien al contrario: resecan la piel, la aíslan evitando que realice el necesario intercambio con el mundo exterior (son muy comedogénicos, muy obstructivos), crean dependencia y muchos son irritantes y tóxicos.
Lo peor es que los activos nocivos que contienen, en muchos casos, se van acumulando en el organismo, de manera que aunque no resulten perjudiciales sobre el papel a las dosis recomendadas o permitidas, sí acaban siéndolo.
Otro problema a tener en cuenta con este tipo de ingredientes es que, al estar presentes en muchos productos que se usan unos encima de otros (leche limpiadora+tónico+sérum+hidratante) las dosis que finalmente recibe la piel (y todo el organismo) superan con creces los mínimos establecidos por la ley: es el llamado efecto acumulativo.
Los compuestos naturales no están exentos de riesgos, por supuesto, pero estos son previsibles en la mayoría de los casos, y evitables: alergias, irritaciones, etc. No hay toxicidad y el peligro de que se acumulen en exceso sobre la piel es escaso.
Tu piel es un órgano vivo y necesita materias primas orgánicas (vivas) con las que poder «comunicarse» de forma natural y fluida. En este sentido, los sintéticos pueden incluso «engañar» a la piel, haciendo que no reacciona ante ellos por no reconocerlos, lo que no significa que no estén perjudicándola.
Elige la receta adecuada
Evidentemente, es importante que la fórmula que decidas desarrollar esté diseñada para nutrir y cuidar tu piel, pero no lo es menos que sea estable y segura: no cuentan solo los ingredientes, sino su compatibilidad e incluso que su combinación dé como resultado un producto realmente efectivo gracias a la sinergia.
No te dejes fascinar por ingredientes exóticos y dedica tiempo a investigar: entre los más comunes, los de toda la vida, encontrarás verdaderas maravillas. La caléndula, la lavanda, el romero, las vitaminas C y E, el ácido hialurónico, los polisacáridos y muchos más están llenos de magníficas propiedades para la piel.
Hay productos que no se pueden hacer en casa ya que se necesita un laboratorio para fabricarlos, como ocurre con los protectores solares, cuya fabricación requiere personal especializado e instalaciones que cumplan las regulaciones y pautas marcadas por la UE o por la FDA.
Tienes que estudiar los ingredientes, sus combinaciones, sus condiciones de uso, las proporciones seguras y efectivas, sus necesidades de conservación, las presentaciones más fiables y útiles, etc.
Puede sonar complicado y difícil, pero te digo por propia experiencia que no lo es. Es divertido y aprenderás muchísimo sobre muchas cosas. Como pasa con todo, es más difícil al principio, luego coges carrerilla.
Por ejemplo, la vitamina C hay que saber utilizarla, conocer el porcentaje mínimo para que funcione en un compuesto, y el máximo, para que no te irrite nunca.
Además, si la utilizas pura necesita conservantes porque se oxida con facilidad. Tienes algunas pistas sobre este fabuloso ingrediente en nuestro artículo No puedes prescindir del sérum con vitamina C.
Cerciórate de que las fórmulas que eliges son fiables y siempre, antes de aplicarte cualquier producto, pruébalo en una pequeña zona de piel (la parte interior del brazo es perfecta para hacerlo) y espera entre 24 y 48 horas para comprobar que no hay ninguna reacción negativa.
Utiliza excipientes naturales
Los excipientes son todos aquellos ingredientes que se añaden para evitar el desarrollo de microbios, la oxidación, la degradación del producto y para dilatar su vida útil.
Por estos motivos la mayoría de los cosméticos incorporan excipientes en mayor o menor cantidad.
Así, los productos con base acuosa necesitan conservantes para evitar la contaminación por bacterias, mohos, levaduras, etc. y muchos productos de los llamados anhidros (que no contienen agua ni elementos hidrófilos) también los incorporan.
Desde luego que se pueden preparar cosméticos sin excipientes, pero su vida media será muy corta por lo que tendrás que preparar cantidades muy pequeñas y desechar lo que sobre después de pocas semanas (entre dos y cuatro normalmente, dependiendo del tipo de cosmético, de la fórmula, el envasado, el lugar en que lo guardes, la temperatura y otros factores).
Todo conservante que se precie debe ser de amplio espectro para que la fórmula esté protegida frente a todo tipo de bacterias, hongos y otros microorganismos.
Hay muchos conservantes naturales que trabajan muy bien y están a tu alcance. Solo tienes que leer las indicaciones del fabricante para saber si es el que quieres o necesitas.
Aquí te toca hacer más labor de investigación porque cada tipo de producto tiene unas necesidades diferentes: hay sérums a base de aceites y esencias que puedes hacer sin conservantes, pero los acuosos deberían llevar si quieres que te duren (ya has visto en nuestras recetas que tienen poca vida útil si no añades excipientes) y, por ejemplo, las hidratantes también necesitan siempre excipientes añadidos.
Hay conservantes para productos acuosos y otros indicados para los que son oleosos; los hay antioxidantes, antimicrobianos, estabilizadores del pH, humectantes, densificadores, etc.
También encontrarás pruebas de estabilidad, de pH y microbiológicas para determinar el estado de tus productos. Te puede parecer algo muy complicado y sofisticado, pero no lo es necesariamente: encontrarás métodos sencillos y asequibles para llevar un buen control de tus cosméticos caseros.
Los productos con mucha agua o cualquier otro ingrediente hidrofílico (hidrosoles, geles, etc.) necesitan más conservantes y que estos sean más potentes.
Dado que los productos anhidros (sin agua o similares) presentan un menor riesgo de propiciar el desarrollo de crecimiento microbiano, muchas veces la mejor opción, al menos para empezar con los cosméticos caseros, es hacerlos sin agua, pero esto no es siempre posible.
Aun así, los aceites, como ya te hemos indicado, pueden degradarse por oxidación o porque con el tiempo se ponen rancios. Un buen truco, en este caso, es añadir vitamina E, que es también oleosa y excelente antioxidante y conservador de fórmulas (está presente en mayor o menor cantidad en muchas INCIs de sérums y otros productos cosméticos). Además, esta vitamina siempre mejorará el cuidado de la piel, aunque como conservante se usa en cantidades muy pequeñas.
La contaminación suele darse antes de que se haga visible (los microorganismos primero se instalan y luego se reproducen). Si no quieres usar conservantes fabrica cosméticos oleosos o haz muy pocas cantidades de los acuosos (como para una semana o dos máximo).
En el mercado encontrarás conservantes individuales (el extracto de semilla de pomelo es un gran antioxidante; una multitud de ácidos, como el benzoico o el salicílico) y también productos elaborados con materiales naturales que son muy efectivos, como Leucidal, Sharomix, Geogard o Cosgard entre otros (son compuestos conservantes con más de un ingrediente). Solo deberás comprobar cuál es el adecuado para tu fórmula y seguir las instrucciones al pie de la letra.
Haz la cantidad justa cada vez
Con la práctica irás cogiéndole el tranquillo a este punto.
En los productos caseros no es fácil determinar la fecha de caducidad y si usas conservantes naturales tienes que saber que tienen el inconveniente de ser efectivos durante menos tiempo que los sintéticos: esa es su única desventaja, desde nuestro punto de vista.
Lo mejor es que no hagas nunca grandes cantidades, lo que, además, te da la oportunidad de ir jugando y probando con distintos ingredientes, cambiando las fórmulas y adaptándolas a tu piel y tus gustos personales.
Tendrás el beneficio añadido de utilizar siempre cosméticos frescos, recién hechos.
Si fabricas con ingredientes no acuosos te durarán más, pero no olvides añadir algún atioxidante como la vitamina E, el ácido ferúlico (perfecto, junto con el tocoferol, para estabilizar la vitamina C) y/u otros.
Los productos acuosos se mantendrán en buenas condiciones durante más tiempo si los guardas en un lugar frío (la nevera es una buena opción) y se degradarán con rapidez a temperaturas cálidas. Tenlo siempre en cuenta.
Mide bien las cantidades y repásalas
El mejor instrumento para hacerlo es una báscula digital de precisión, tanto para los ingredientes sólidos como para los líquidos.
Tendrás que ir haciendo tu tabla de contenidos y proporciones.
Si vas a usar solo aceites y esencias, puedes usar medidores para líquidos y goteros, pero ante la duda, sobre todo si estás trabajando con esencias, siempre será mejor que optes por poner un poco menos y vayas aumentando las dosis: los goteros no son realmente precisos y hay esencias que deben usarse con mucha precaución.
Escribe todas tus recetas, las modificaciones que vayas introduciendo, pon fecha a todo lo que hagas y manéjate con proporciones o porcentajes, para poder escalar o desescalar las fórmulas.
Ten en cuenta que los volúmenes de los líquidos no son constantes, ya que dependen de su densidad.
Todo esto supone aplicar matemáticas básicas, así que si no lo tienes claro, repásalas antes de empezar. ?
Controla el pH de tus productos
Es un control fácil de realizar y muy importante tanto para las formulaciones como para la piel.
El pH te puede indicar si tus excipientes van a funcionar de forma óptima, si tus ingredientes serán efectivos y si tu producto será adecuado para la piel.
Por ejemplo, la vitamina C pura necesita un entorno bastante ácido para ser efectiva.
La piel tiene un pH más bien ácido, que oscila entre 4,5 y 6, pero tolera muy bien pHs hasta 7 (neutro) y hay ingredientes que necesitan ese entorno.
También los diferentes productos precisan diferentes pHs y este afectará a aspectos como el olor, el color y la apariencia general.
Las tiras reactivas para medir el pH son suficiente para llevar un buen control y hay ingredientes naturales para reducirlo (acidificar) o elevarlo (alcalinizar) que entran dentro del apartado de los excipientes.
Lo único que tienes que hacer es asegurarte de que las tiras sean de calidad y fiables.
Selecciona el envase correcto
Es fundamental por varios motivos:
- Una elección adecuada puede ayudar a que tu trabajo dure más tiempo en las mejores condiciones.
- El envase correcto te facilitará el acceso y hará que aproveches hasta la última gota de tu producto.
- Puedes reciclarlo una y otra vez, con la única condición de que lo laves a fondo y lo seques bien cada vez que vayas a reutilizarlo.
- Dentro de los que sean adecuados para tu fórmula, podrás permitirte el capricho de elegir también según tus gustos. ? Gracias a Internet tienes a tu alcance miles de proveedores con envases que cumplen estas condiciones y las normativas legales de este tipo de productos.
Es evidente que cuanto más expuesto esté un cosmético a la luz, el aire y el contacto con la piel, mayor es el riesgo de que se contamine, se oxide, etc., así que la mejor opción es un sistema lo más hermético posible, que no obligue a abrirlo cada vez que nos lo aplicamos, como los frascos con bomba o aerosol (este puede ser perfecto para un tónico casero, por ejemplo).
Por otro lado, esta no es la mejor elección si hablamos de elaboraciones más bien densas, como pueden serlo las hidratantes y otro tipo de cremas. En este caso, tendrás que elegir un tarro con una tapa interior aislante.
Los tubos de materiales plásticos nos parecen la peor alternativa porque no es fácil introducir el producto, no lo es aprovecharlo hasta el final (suele quedar una cantidad no despreciable casi imposible de sacar) y tampoco lo es lavarlos bien para reciclarlos, aunque hay que reconocer que proporcionan un mejor aislamiento que los tarros.
Sigue las instrucciones
Tanto las del fabricante como las del distribuidor. Si alguna no está clara o te parece extraña, pide que te la expliquen (normalmente las empresas tienen servicios de atención al cliente para estos casos).
Es importante conocer los productos, sus indicaciones, sus posibles efectos secundarios, sus contraindicaciones (por ejemplo, hay esencias que no deben usar los niños pequeños o las embarazadas), etc.
Con los productos naturales hay menos riesgos, pero que sean naturales no es sinónimo de que no puedan presentar ciertos peligros en determinadas mezclas, para algunas personas o en cantidades excesivas.
No se te ocurra aumentar las proporciones indicadas por el fabricante por tu cuenta si no quieres tener consecuencias como reacciones irritativas, alérgicas y otras.
Volvemos a recomendarte que hagas una prueba antes de empezar a usar tu cosmético casero.
Los hábitos adecuados
Si vas a ponerte en serio a hacer cosméticos caseros, necesitas adquirir hábitos adecuados y mantenerlos.
Tienes que designar una zona de tu casa para realizar el trabajo, preferentemente un sitio luminoso y bien ventilado en el que, además, puedas tener un espacio para almacenar tus ingredientes y guardar el instrumental. De nada sirve que guardes tus cosméticos en el mejor envase si durante el proceso de fabricación están expuestos a la contaminación.
En este caso tienes que poner especial atención al aclarado de todo el instrumental, porque los restos de jabón pueden mezclarse con los ingredientes e incluso reaccionar con estos.
Una vez hecho el trabajo, acostúmbrate a dejarlo todo limpio, recogido y etiquetado como te hemos indicado.
Ten a mano un cuaderno o un dispositivo en el que puedas ir tomando notas, haciendo cálculos, etc.
No trabajes con prisa, tómate tu tiempo para poder hacer las cosas con tranquilidad y la concentración necesaria. Te asombrará lo que puedes llegar a disfrutar no solo de tus cosméticos caseros, sino del proceso de fabricarlos.